LA EXPERIENCIA DE VALERIA MUSSIO

Letras pícaras y ariscas, sueltas en el espacio digital

Durante la pandemia, una poeta de Tres Arroyos decidió dar rienda suelta a su curiosidad: creó una editorial digital, cruzó lenguajes y narrativas y dio forma a un bot pone a dialogar la gauchesca con el glitch: el maravilloso mundo de Matrerita. Por Luciano Lahiteau

1139
1139
21-03-2022

Ilustración Juan Dellacha

 

En la vasta pampa cibernética vive Matrerita. Es una creación de Valeria Mussio, poeta, traductora y editora afincada en Bahía Blanca, pero nacida hace 25 años en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. Matrerita es aún más joven: es el resultado de las disquisiciones e inquietudes que su creadora tiene desde 2019, y que fueron alimentadas hasta el engorde durante la pandemia iniciada un año después.

Antes del colapso sanitario, Mussio había tenido aquellas extrañas oportunidades del viejo mundo que estamos intentando recuperar. Fue hasta Rosario para asistir al festival de poesía y se encontró con que muchas otras personas estaban interesadas en lo que a ella le había empezado a llamar la atención, a aparecérsele como un ecosistema ameno, habitable: el mundo nuevo de la poesía en internet.

La interacción entre los medios técnicos y la poesía y otros rasgos vitales no era un interés nuevo para Mussio. Los ciberfeminismos y las formas en que las mujeres podían apropiarse de las herramientas técnicas y tecnológicas eran fuentes de reflexión y acción que para Mussio hervían de actualidad. La experiencia en Rosario, las personas que allí conoció y el influjo de la editorial mexicana Broken English coagularon al año siguiente, cuando la computadora pasó a ser la única ventana al mundo y a una vida sin miedos.

Fue entonces que con los contactos de Rosario, poetas de distintas partes del país y también de Perú y México, sintonizaron una frecuencia común, orientada a explorar los diversos lenguajes técnicos a la hora de hacer poesía. Primero fueron videoclips, luego videopoemas. Enseguida aparecieron ensayos con la programación, primeros esbozos de otras fisonomías para la literatura. “Empecé a pensar las posibilidades de la literatura como cuerpo, y de liberarlo de ciertas ataduras tradicionales al insertarlo en formatos de internet”, dice Valeria Mussio durante un mediodía de marzo, mientras cuece algunas verduras para el almuerzo. “Desde cómo podía ser, qué podía tener y cuánto podía circular y hasta donde llegar. En 2020 aprendí a programar, a hacer e-books y un poquito de sitios webs y experimenté con un montón de cosas que decantaron en Matrerita”.

La enumeración es apresurada. El camino tuvo sus desvíos. Un atajo fue Sigil, la herramienta con que Mussio se dio cuenta de que en el mundo digital los libros no tenían por qué ser libros. O que podían ser libros trans, libros mutantes, pequeños mundos desovillados e imprevisibles. “Me di cuenta de que no tenía sentido replicar en una página algo que era esencialmente un mundito de páginas web; porque cada página de e-book es customizable como una pequeña página web en la que no necesariamente tenés que replicar el formato de libro impreso, ya que podías ponerle colores, GIF, música, de todo. Cada poema podía tener su sitio web y representarlo. Cuando me di cuenta que podía hacer eso me largué a experimentar con la literatura electrónica”, dice ella. 

A partir de ahí surgió Matrerita, que tiene una mitología digna de ser citada textualmente: “Es como una gaucha matrera chiquitita: cada libro es un pequeño gauchito matrero que está capando la ley del copyright”, revela Mussio con risa cómplice. Pero como los buenos libros de ciencia ficción, en la fantasía hay un trasfondo político: “Así como un gaucho escapaba a la Ley de Vagos, que establecía que si no tenía la papeleta de conchabo era arrastrado a la frontera para las guerras defensivas, la idea era que cada libro está desafiando la ley y es un cuerpo libre que transita el espacio. Matrerita surge de la idea de divulgar literatura y expandir lo que entendemos por libro digital y literatura en general”. 

La gaucha matrera como figura por supuesto no es casual. El entorno rural en que nació Mussio habrá tenido algo que ver, quizá. Pero lo principal es su gusto por la literatura gauchesca. “Me parece fascinante, me apasiona”, dice. La vacancia de una tradición de literatura digital abrió la zanja donde hacer crecer a Matrerita. “Me divertía y me daba placer el cruce; quería retomar los poemas tradicionales y hacerlo interactuar con la tecnología y ver qué pasaba, ver de qué manera se podían actualizar esos textos”. Siguiendo esa huella nació el bot de Matrerita y “enseguida surgieron cosas buenísimas, extremadamente poéticas, graciosas: descubrí que la gauchesca tiene mucho contenido homoerótico y que si una inteligencia artificial lo reordena esos significados aparecen”. Antes, incluso, el bot contestaba a las menciones y respuestas y los usuarios podían payar con él. “Era muy divertido”, dice su creadora. “Pero como no soy buena programadora te contestaba a todo, eternamente, y era insoportable. Saqué esa función pero algún día volverá”. 

Matrerita ya cuenta con un catálogo de 17 libros por los cuales se puede pagar, o sencillamente descargar por un monto igual a cero. La decisión es tanto una postura personal de Mussio, que asocia su tarea en la editorial inequívocamente al placer, como una postura política respecto de la circulación del conocimiento y de la cultura en internet.  Para Valeria, utilizar Creative Commons como licencia (es decir una licencia no restrictiva) es una buena manera de dar crédito al autor de un texto y a la vez estimular las reproducciones y el intercambio. Creative Commons protege a la obra del uso lucrativo que pueda darle una empresa, por ejemplo. “Creo que todos estamos de acuerdo en que cuando dejamos algo en internet nos estamos desapropiando, parafraseando a Cristina Rivera Garza”, dice Mussio. “Literalmente uno entrega su trabajo y se desapropia, sabiendo que se va a reescribir múltiples veces, y donde no importa tanto la autoría individual sino más bien lo que se produce de manera compartida cuando llega a las manos de otro. El copyleft es eso: la posibilidad infinita de reproducir y crear en conjunto, y que ninguna obra esté nunca terminada y de evitar la escasez de contenidos y acceso a diferentes materiales. Y eso es lo que me interesa para los libros de Matrerita, no que se queden en una tienda donde nadie los puede comprar o compartir”. 

Un último momento para Valeria Mussio, la poeta y editora, para pensar qué hacer con la materia poética en el mundo del caos. “A tono personal, hay muchas cosas que me están costando y me están pesando”, confiere. “Y creo que lo más interesante que podemos pensar desde la poesía es la ternura. Es encontrar espacios de ternura. Matrerita me sirvió para armar una comunidad amorosa en internet; me permitió hacer amigos, contactarme con gente. Hice una comunidad tierna con personas. Hay pocos lugares seguros en el mundo y estaría bueno que todo lo que hagamos nos permita tener un lugar seguro para nosotros y para alguien más que lo necesite. Yo estoy tratando de trabajar la ternura en todos sus aspectos. En medio de la violencia, en lo que escribo, en la estética de los libros de Matrerita. Encontremos la ternura porque es muy necesaria la denuncia de la violencia pero es insostenible si solo tenemos eso. Me gustaría que la poesía haga al mundo más habitable. Yo apunto a eso y me gustaría ver gente que lo esté haciendo también”.   

Suscribite al newsletter

Redacción Mayo

* no spam