DELITOS EN LA RED

Hay un intruso en mi caja de ahorros

La internet oculta. Las criptomonedas y los hackers. Fraudes bancarios. ¿Quién está del otro lado de la pantalla?

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21-06-2021

Ilustración Pito Campos

 

El comisario retirado Luis Alejandro Nieto fue, como todos los meses, a retirar el dinero acumulado de su jubilación en su caja de ahorros del Banco de Córdoba, en la Capital cordobesa. Apenas consultó el saldo, sospechó que algo no andaba del todo bien. Revisó los movimientos históricos de su cuenta sueldo y descubrió que se habían pagado 18 mil pesos a un usuario de Tarjeta Naranja cuyo nombre jamás había escuchado en su vida, abonaron una compra electrónica de 500 pesos y sacaron un adelanto de sueldo de más de 10 mil pesos, que luego transfirieron a otra cuenta. Se trata de otros de los delitos de “moda” que trajo la cuarentena: el robo de datos de las tarjetas de crédito o débito: a través de cómplices en comercios, los delincuentes obtienen una foto del número de tarjeta, el pin de seguridad y el DNI del titular. 

Con estos datos, aprovechando que cuando se decretó la cuarentena se flexibilizaron los requisitos de control para las compras electrónicas con la idea de fomentar su uso y desalentar la utilización de billetes físicos, los ladrones realizan veloces adquisiciones antes de que el propietario se dé cuenta de que un desconocido le está gastando sus ahorros. 

Por lo general, así ha proliferado este ardid. Aunque en el caso de Nieto, él apunta que los ladrones tenían alguna otra información, ya que no utiliza la tarjeta de débito más allá de ir cada mes al cajero a retirar su sueldo. 

Ahora bien, el principal interrogante que se plantea, además de la falta de controles electrónicos, es a quién le roban realmente estos delincuentes: ¿al dueño de la tarjeta o al banco, que es el que tiene el dinero? Aunque el laberinto suele ser largo, por lo general los clientes terminan por recuperar esos montos, mientras el sector de fraudes del banco comienza una investigación para intentar rastrear las distintas rutas que tomaron esos dineros y así buscar a los delincuentes, algo que en la práctica hasta ahora pocas veces sucede.

¿Cómo hacen los delincuentes para obtener estos datos? Hay varias técnicas, cada una con su nombre particular.

Pishing: es un método para engañar y conseguir contraseñas, números de tarjeta de crédito y otra información confidencial haciéndose pasar por una institución de confianza en un mensaje de correo electrónico o una llamada. 

Vishing: combina una llamada telefónica, por lo general en torno alarmista, con información previamente obtenida a través del pishing. El objetivo es lograr obtener algún dato que aún los delincuentes no han conseguido a través del pishing.

Smishing: los delincuentes se hacen pasar como empleados de una sucursal bancaria e intentar engañar a través de mensajes de texto o WhatsApp. 

Skimming: a través de un soporte especial, un software y una pequeña cámara, los ladrones adulteran los cajeros automáticos y se roba la información de las tarjetas, a las que luego “clonan”.

Falsos premios: los delincuentes llaman y en nombre de una firma le dice a su víctima que acaban de ganar un premio. De esta manera, bajo engaños, la conducen a un cajero electrónico y sin que las víctimas se den cuenta le van sacando los datos de la tarjeta y logran que les gire una cantidad de dinero.

En todos estos casos, la recomendación más práctica por parte de los especialistas consiste en no revelar nunca información confidencial sobre los datos de las tarjetas y las cuentas por teléfono o mensajes de celular o mail. En ese sentido, se destaca que los bancos no deben jamás pedir por mail o teléfono esta clase de información. En caso de recibir una llamada de este tipo, lo mejor es cortar la comunicación de inmediato.

Y si la operación con una tarjeta de débito de manera presencial, la prevención consiste en no perder nunca de vista la tarjeta. 

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Redacción Mayo

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