CIBERDELITO

El delito virtual que duele en la realidad

El uso de internet puede tornarse una herramienta peligrosa, especialmente para un grupo de personas que merecen una especial tutela.Son diversos los riesgos a los que se exponen los niños y adolescentes al navegar libremente en la web. Por Juan Federico

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21-06-2021

Ilustración Pito Campos

 

Sin acercarse. Sin que ella lo pudiera ver. A kilómetros de distancia uno del otro. La abusó de todos modos.

La máxima que asegura que la revolución de internet pulverizó las distancias encuentra en el delito su comprobación más atroz. ¿Cómo es posible que alguien, sentado en una computadora, pueda abusar de otra persona que en ese mismo momento está a kilómetros de distancia? La perversidad humana ya ha demostrado, una vez más, que es capaz de hacerlo, de tomar un invento para facilitar la vida con el objetivo de provocar daños inconmensurables en el otro.

Fueron “prácticas sexuales aberrantes, prematuras y depravadas que involucran a un sinnúmero de menores” de 18 años. Niñas y adolescentes que durante meses quedaron a merced de un depravado sin rostro, sin nombre, sin aliento. Un fantasma que cada noche los volvía a humillar. “Hay profuso material pornográfico de niños que excede a Colonia Caroya y que llega a nivel internacional. Estamos ante delitos que tienen consecuencias pluriofensivas en el normal desarrollo de los menores, las pericias hablan de los miedos y las fobias que han producido”, destacó el asesor oficial Eduardo Caeiro, el adulto cuya voz en la sala de audiencias de los Tribunales de la ciudad de Córdoba se convirtió en el grito de más de una decena de niñas, niños y adolescentes.

El caso terminó por convertirse en una dramática radiografía de un delito “nuevo” que ha proliferado aún más en tiempos de cuarentena: el grooming, palabra que sintetiza a los ardides que los adultos emplean a través de una computadora para engañar a niños y adolescentes con el objetivo de abusar de ellos. Al principio, se destacaba que la idea de los pederastas era lograr un encuentro personal. Pero ya hay casos, como el que reseñamos ahora, en el que los delincuentes sexuales cometen los abusos sin acercarse a sus víctimas.

“Actuó en el anonimato, dado que utilizó diversos nombres falsos. Los hechos han sido perpetrados en la nocturnidad, aprovechándose de la circunstancia en la cual hay una mayor desprotección de los padres respecto de los menores. Todos estos actos fueron fríamente calculados, creaba perfiles falsos, con nombres y fotos falsos, y ofrecía regalos o se proponía como productor de una agencia, logrando obtener confianza. Esas fotos y videos ingresan en la red y es difícil que se dejen de traficar. Además el imputado obligó a las víctimas a realizar prácticas aberrantes, sobre todo a hermanos, naturalizando el incesto”, agregó Caeiro.

Y completó la descripción: “También se hizo pasar por policía, adujo que tenía dinero y poder, además que conocía la actividad de las víctimas y sus familiares. Esto agrava la pena porque lo coloca en una posición asimétrica y dominante. También se aprovechó de la circunstancia de que fueron realizados en pequeñas ciudades de nuestra provincia. El grooming en estos lugares donde todos se conocen, anunciando que va a hacer conocer las imágenes, aumenta la coacción”.

En este caso que llevó hace pocas semanas a una condena de 14 años de prisión a Jonathan Exequiel López (25) el delito de grooming escaló aún más: sin necesidad de un encuentro personal, logró que sus víctimas realizaran contra su voluntad prácticas sexuales mientras él grababa todo.

Hasta el momento de su detención, López era un vecino más de Colonia Caroya, una pequeña ciudad de poco menos de 20 mil habitantes ubicada a media hora de la Capital cordobesa. Estudió hasta quinto año del secundario, trabajó como albañil y en una verdulería, formó pareja y tuvo dos pequeñas hijas. Todos vivían en la casa de su madre y jamás había tenido algún inconveniente legal ni con la Justicia ni con la Policía. De noche, cuando la familia dormía, prendía su computadora y comenzaba a idear perfiles falsos, al igual que concursos sobre los programas infantiles de moda, “anzuelos” con los que buscaba contactar a quienes se iban a convertir en sus víctimas. 

También, decía ser representante de modelos, para seducir a adolescentes, a las que le pedía fotos en ropa interior y terminaba por sumergirlas en una extorsión asfixiante: cada vez más fotos, más videos, más humillaciones o amenazaba con divulgar todo lo que ya le habían enviado a través de las redes sociales. Humillación pública o humillación privada, eran sus opciones. 

Las víctimas eran de esa zona de Córdoba, del sur del país, del norte y también de otros países. La perversión no encuentra límites geográficos en internet. Fue una alerta internacional, del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC, por su sigla en inglés), que monitorea el envío de imágenes de niños sometidos a violencia sexual, lo que permitió descubrirlo. Cuando los policías secuestraron su computadora en la casa de Colonia Caroya la Justicia comenzó a descubrir una mutiplicación de casos cuya real dimensión aún hoy se ignora.

“Vuelvo a pedir disculpas a familiares y víctimas, estoy totalmente arrepentido, no encuentro explicación por qué lo hice siendo papá de dos niñas. No lo volvería a hacer. Estoy muy arrepentido. Pido mil disculpas. Si la pena puede ser menos agradecería pero lo deja a su criterio. Quiero dar una mano a mi familia. He escuchado y reconozco la gravedad de los hechos. Estoy arrepentido de todo”, dijo el acusado antes de escuchar la sentencia en su contra. Lobo con piel de cordero.

“El uso de internet puede tornarse una herramienta peligrosa, especialmente para este grupo de personas que merecen una especial tutela en consideración a su desarrollo evolutivo, es decir, su vulnerabilidad. Son diversos los riesgos a los que se exponen los niños y adolescentes al navegar libremente en la web; tales como la exposición a material pornográfico, el abuso y corrupción de menores”, resaltó la jueza Inés Lucero una vez que se leyó el veredicto.

En tanto, la fiscal de Cámara, Laura Battistelli, también se permitió una mirada social, más allá de la parte punitiva: “En este tipo de delito a través de telecomunicaciones, se habla de magnitud del daño, que se caracteriza por el anonimato y el aprovechamiento de la necesidad de éxito de las víctimas. Eso seduce, de ahí la magnitud de las telecomunicaciones que puede llevar al éxito o destruir la persona”.

En la sociedad de las selfies, los likes, los views, de las respuestas instantáneas y de los audios acelerados, también acechan, en la sombra del anonimato, los que buscan aprovechar de la peor forma esta nueva dinámica.

El grooming forma parte de un amplio abanico de delitos que tienen una raíz en común: el aprovechamiento de la tecnología virtual.

La ultra conexión de buena parte del mundo, aún más fomentada en tiempos de cuarentena, lleva adosado una serie de peligros

El abogado Hernán Navarro, fundador de Grooming Argentina, alertó que a poco de haberse generados las primeras restricciones más duras por el avance del coronavirus, en el país ya se advertía un incremento de un 30 por ciento de casos de grooming. En ese sentido, destacó el fenómeno de la "hiperconectividad", sobre el que pidió una interpretación en términos sociales, “dado que aumenta significativamente el grado de vulnerabilidad en las infancias”, según indicó la agencia Télam (https://www.telam.com.ar/notas/202007/488880-nota-de-opinion-grooming-cuarentena.html).

“En este contexto y a raíz de este acontecimiento, vemos como se ha generado un caldo de cultivo para aquellos delincuentes sexuales que, día tras día, pretenden vulnerar la integridad sexual de niños, niñas y adolescentes en el mundo digital”, agregó el especialista.

Ante esto, enseñó una táctica permanente de prevención: “Al verse exacerbados los períodos de conectividad, es sumamente oportuno hablar de un quiebre que nos permita reconocer y, a su vez, generar una nueva instancia de construcción de ciudadanía digital. Un proceso que promueva una efectiva convivencia digital, en el que se planteen pautas y se generen consensos familiares, profundizando en medidas de resguardo y seguridad, tal vez, con más rigurosidad que antes”.

En síntesis, urge que algún adulto del entorno de confianza de los niños y adolescentes siempre esté atento sobre con quién estos chicos interactúan en las redes sociales. La regla básica manda a no interactuar con extraños, sea niño o adulto, y mucho menos compartir cualquier información, desde el nombre hasta una foto. Suena simple, pero en la práctica el universo de engaños y tentaciones lo vuelve más que complicado de cumplir.

En ese sentido, el fiscal de Cibercrimen de la ciudad de Córdoba, Franco Pilnik, siempre remarca que “si tiene que actuar la Justicia Penal ya es tarde porque implica que hay un niño o niña abusado que tiene consecuencias en la psiquis”. 

Por lo tanto, urge que proliferen las campañas de prevención, tanto para niños como para adultos, para que la sociedad en su conjunto esté alerta sobre los riesgos latentes detrás de una pantalla.

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Redacción Mayo

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