Investigación social

Todos somos un poco más tristes, pero se vive mejor en los pueblos

En un año atravesado por la pandemia, la Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades de la Fundación COLSECOR le puso números a la sensación general de infelicidad. Los jóvenes perdieron optimismo. Las mujeres, las más afectadas por el cansancio y el estrés. Por Cris Aizpeolea

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27-09-2021

Una radiografía de las emociones. Un termómetro de los niveles de optimismo, felicidad, tranquilidad, y sus opuestos. Un registro de la calidad de la educación, la salud, los servicios públicos, la oferta de trabajo o las perspectivas de progreso que percibe la gente en su lugar de residencia. Por segundo año consecutivo, la Fundación COLSECOR desplegó en el todo el país la Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades, y los resultados del estudio confirmaron la sensación general de tristeza e insatisfacción que dejó en la población este largo año de crisis sanitaria. El desasosiego aparece más marcado en las ciudades grandes, en especial entre los jóvenes y las mujeres, las más afectadas por el cansancio y el estrés.

El relevamiento, una encuesta de 73 preguntas, fue respondido por 1.567 personas durante julio de 2021. La recolección de datos se realizó con tecnología CAW (Computer Asisted Web interview), en redes sociales, según algoritmos aleatorios definidos por las plataformas, con un margen de error estimado del +/- 2,48%, de acuerdo al diseño y la implementación de la socióloga Natalia Calcagno y el politólogo Mario Riorda. 

Al igual que hace un año, el estudio indagó sobre cuatro ejes temáticos: Bienestar personal; Satisfacción con la vida en la localidad; Migración, confianza social, futuro, Estado y mercado; y Participación comunitaria. Desagregó los resultados por género, edad y nivel de educación de los consultados, y según tamaño de las comunidades de origen. En ese orden, trazó cuatro categorías: localidades pequeñas (-10.000 habitantes), medianas (entre 10.000 y 35.000 habitantes), intermedias (entre 35.000 y 100.000 habitantes) y grandes (más de 100.000 habitantes), lo que permite poner en contraste las distintas dimensiones socioeconómicas que coexisten en la Argentina. 

El estudio forma parte del proyecto institucional de relevamientos comunitarios de la Fundación COLSECOR y confirma la hipótesis de que quienes residen en pueblos chicos suelen expresar mayor bienestar personal y más satisfacción con su entorno que los habitantes de las grandes ciudades. Aunque no tuvo como objetivo específico analizar los efectos de la pandemia, fue ineludible que la realidad sanitaria se colara en las respuestas para ponerle números a la sensación general de  pérdida, infelicidad y tristeza. 

Según el estudio, en el último año, todos percibimos un deterioro en nuestra calidad de vida. Y esto ya no tiene que ver con el lugar de residencia: el 67% de los encuestados manifestó satisfacción total o parcial con la calidad de vida en su localidad, 12 puntos menos que el 79%  que había arrojado el 2020.

 

Más que números

A juzgar por el informe, las mujeres hemos sido las más afectadas por el estrés, la tristeza, la preocupación y la intranquilidad. Un 52% de las encuestadas manifestó sentirse estresada todo el tiempo o la mayor parte del tiempo, cifra que desciende al 43% entre los hombres consultados. El 31% de las mujeres adujo tristeza (19% de los hombres), el 59% expresó preocupación (el porcentaje desciende al 47% en los hombres) y el 51% de las consultadas registró altos niveles de intranquilidad, contra el 43%  que los hombres. Muy interesante en este punto lo que ocurre con la edad. La franja de 15 a 24 fue la más afectada, seguida por la de 25 a 39 años, que manifestó altos niveles de intranquilidad. Las mayores de 60, en cambio, se sintieron en calma durante la mayor parte del tiempo. Sabiduría que traen los años, ¿quizás?

Los ingresos laborales marcan también una brecha entre varones y mujeres. El 40% de ellos dijo estar algo satisfecho o muy satisfecho con la remuneración que puede conseguir en su localidad. Ese índice desciende al 33% entre las mujeres encuestadas.

¿Con qué frecuencia diría que se sintió solo/a? Fue otra pregunta que cobra relevancia en un año signado por las restricciones de contacto social que impuso la pandemia. La respuesta global no difiere entre 2020 y 2021: el 31% manifestó haber sentido soledad todo el tiempo o la mayor parte del tiempo, en ambos periodos. Pero en este 2021, la sufrió especialmente la juventud de 15 a 24 años (45%). Entre los mayores de 60, la percepción fue del 23%.

Otra pregunta clave: ¿Tomando en cuenta el último mes (julio 2021), con qué frecuencia se siente optimista? Todo el tiempo o la mayor parte del tiempo fueron las opciones más marcadas en la franja de 40 a 59 años (71%). Entre los jóvenes, ese sentimiento cayó al 52%. Una vez más, las ciudades de 10 mil a 35 mil habitantes concentraron a los más optimistas (73%), contra el 61% de las grandes urbes.

La pandemia es un asunto mundial pero este año creció la potencialidad migratoria, es decir, las ganas de irse del país. En 2021, el 52% de los participantes del estudio afirmó que probablemente se radicaría en el exterior, frente al 46%  que había valorado esa idea en 2020. Los más interesados en partir, la franja que va de 15 a 39 años. Mujeres y varones, por igual. 

Migrar adentro de nuestro país es otra opción que también se mantiene alta y supera el 50%, al igual que en el 2020. Alude especialmente a quienes viven en el AMBA (45% de los encuestados) y a los de la región Centro (59%). Los que viven en ciudades grandes del Norte del país, Cuyo y Patagonia parecen más a gusto con su entorno. La inseguridad es una preocupación que divide aguas y se ensaña especialmente con los vecinos de las metrópolis.

 

Quejosos pero solidarios

Son las ciudades medianas de hasta 35 mil habitantes las que revelan los mejores indicadores de conformidad, más favorables que los pueblos y mucho más amigables que las grandes urbes. Hay menos conformidad con ciertos servicios públicos o con las culturas que ofrecen, pero su población se manifiesta más animada, tranquila, feliz, integrada a cuestiones comunitarias, y con menos tristeza e insatisfacción que el resto de los encuestados. 

En cuanto a la participación, en 2021 hubo menos contacto con clubes, cooperativas, asociaciones profesionales y partidos políticos. Internet aparece como la gran asamblea. Consultados sobre si algún miembro del hogar había utilizado las redes sociales para quejarse, el 36% manifestó que sí. Varones, mayores de 60 años, con nivel de educación universitaria completa, a la cabeza de las protestas y peticiones en plataformas digitales. 

La solidaridad aparece como valor máximo, por encima del Estado, el mercado y hasta la libertad. En un contexto de pandemia, signado por la pérdida en el más amplio sentido, los encuestados dijeron priorizar el bienestar colectivo. Buen dato para empezar a cambiar entre todos el humor social.

Mirá todos los datos del estudio aquí.

 

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Redacción Mayo

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