Uno de los sellos de la crisis de diciembre del 2001 fue sin lugar a dudas el “Corralito”, imposición del gobierno de Fernando De La Rua, que restringía la extracción de dinero de los bancos. La medida fue instrumentada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo.
El plan de Cavallo desencadenó una suerte de efecto dominó en el plano económico, político y social cuyas consecuencias fueron muy graves.
En el aspecto económico, los problemas financieros de las empresas se duplicaron. Las cadenas de pagos se pulverizaron ya que no había circulante suficiente para afrontar gastos. Este escenario provocó el cierre de cientos de compañías.
Recuerdos de ayer
“Para aquellas fechas justo regresaba a Córdoba junto a mi esposa desde General Villegas, provincia de Buenos Aires, luego de trabajar en el sector privado. Reinicié mis actividades como profesional independiente en Monte Cristo, asesorando a productores y al Grupo CREA de Río Primero. Indudablemente la situación no fue fácil para mí en ese momento. Pase de la estabilidad a la incertidumbre en medio de una crisis inédita. En ese escenario, me tocó trabajar en procesos de ordenamiento financiero de productores, de empresas familiares y de Pymes-agro en las zonas de Montecristo, Piquillín, Río Primero, Tránsito y Laguna Larga en donde operaban una decena de productores a los que les proveía la metodología Crea", recordó Juan Cruz Molina, Director del Centro Regional Córdoba del INTA.
"El “Corralito” y todo el proceso posterior de licuación de deudas más los acuerdos con los proveedores se transformaron en la agenda urgente del momento. Los agricultores se sanearon y comenzó el proceso de inversiones en el sector con la siembra directa a la cabeza. Por otra parte, se instaló el concepto de 'sojización' ya que era el cultivo más barato y rentable”, señaló Molina.
El rol de la soja fue fundamental en la recuperación de la crisis por su aporte en la generación de divisas como así también en el campo fiscal.
Según un exhaustivo informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, “la producción de soja entre 2002 y 2011, paso de 30 millones de toneladas a 50 millones de toneladas".
Las exportaciones del complejo soja del 2002, llegó a 26 millones de toneladas a un FOB promedio de u$s 198 lo que equivale a unos u$s 5148 millones. En materia de retenciones, la alícuota en ese período era 23,5%, es decir 1.210 millones de dólares. El consumo interno era de 4 millones de toneladas a u$s 143, cuya facturación llegó a 572 millones de dólares.
En 2011 se exportaron 45 millones de toneladas a un FOB de u$s 500 = 22.500 millones de dólares. En ese período ya las retenciones estaban en el nivel del 35% y representaban unos 7.875 millones de dólares. Respecto de las ventas en el mercado interno el volumen fue de 1.674 millones de dólares.
Durante los 10 últimos ciclos los ingresos totales (mercado externo e interno), aportados por la soja fueron de u$s 129.568 millones, que se repartieron entre costos, retenciones y utilidades de los productores que antes del impuesto a las ganancias había sido de u$s 21.048 millones. Con la tasa se retuvo a la producción 6.314 millones de dólares, recortando la utilidad de los agricultores a 14.734 millones de dólares.
Observando el ciclo completo, los ingresos brutos por exportaciones a valor FOB fueron de 129.568 millones de dólares. "Los productores aportaron en concepto de retenciones y de impuesto a las ganancias 43.505 millones de dólares”, destaca el estudio.
Con sello cordobés
En Córdoba, desde 2001 en adelante se produjo una suerte de revolución organizacional del sector agroalimentario. Se lograron acuerdos significativos sobre hacia donde tenía que ir la comunidad representativa del sector agropecuario.
“No era el mismo esquema representativo del sector que teníamos en 2001 al que tenemos en la actualidad. Hay una enorme evolución y Córdoba es referente en muchos sentidos con sus instituciones representativas gremiales. Hoy la Sociedad Rural de Jesús María, Coninagro o Federación Agraria Argentina filial Córdoba tienen su sello propio", señaló Molina.
"En el campo social, la figura del arrendamiento de campos mediante contratos modernos y sofisticados mostraban el avance de estos modelos que pude seguir en gran parte de la Argentina. Esta dinámica derramó actividad económica no solamente al Este de la provincia sino también en otras zonas como en el Oeste, donde la transformación también ha sido importante”, agregó.
Además de la soja, la inversión en maíz y en trigo, más los emprendimientos en riego, fueron parte de los primeros procesos junto a la agricultura de precisión que nunca se detuvieron, pese a las esquirlas que dejaba la hecatombe del 2001.
Tecnologizados
“El productor es un consumidor de tecnología porque quiere trabajar cómodo. Ese proceso evolutivo económico y financiero con márgenes ajustados vinculados a los Derechos de Exportación más el impacto impositivo, seguramente se hubiera acelerado sin estas medidas y entonces la curva podría haber sido más importante. Cuando asumí como Secretario de Agricultura del gobierno cordobés en diciembre de 2011, lo hice con la experiencia de haber protagonizado desde el 2001 toda la transformación orientada a la tecnificación productiva que hoy ya está muy instalada en el país en donde también el INTA ha hecho un gran aporte”, sostuvo el funcionario.
Los GPS operados a mano en el 2001 y los tractores no tripulados de hoy, son la muestra de la pasión de los productores por la tecnología y su vocación por la inversión tanto en maquinaria, insumos como en la cuestión ambiental.
“Los agricultores cordobeses, no hacen solo kilogramos de carne, litros de leche o toneladas de soja sino que estamos ocupados en hacer lo que hay que hacer, cuidando el ambiente y generando otros servicios ecosistémicos”, señalo el ex asesor CREA.
Lo que viene
Hoy, la crisis económica requiere de una pronta solución ya que las consecuencias sociales y productivas corren el riesgo de naturalizarse. Hoy, todas las expectativas están puestas otra vez en el sector agropecuario como en el 2001.
“Para ello, habrá que seguir con mucha atención la situación cambiaria, la política tributaria y las acciones que se lleven adelante para contener la inflación y mejorar el ambiente de negocios”, opinó Juan Manuel Garzón, economista del IERAL en su informe de coyuntura.