ECONOMIAS

“El sistema tributario actual no solo es injusto, sino que es ineficiente”

El economista Oscar Cetrángolo señala que en Argentina los indicadores sociales han ido empeorando desde los 90 por lo que si no se supera el estancamiento será imposible aumentar el empleo y reducir la pobreza. Por Jonathan Raed

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oscar cetrangulo-web Redaccion Mayo
27-08-2022

Oscar Cetrángolo, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política y profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habló con Redacción Mayo sobre los aspectos más importantes de la economía argentina. “El estancamiento económico y el crecimiento de la pobreza son los problemas más evidentes”, apuntó.

 

-¿Cuál te parece que es el principal problema de la economía argentina?

-Son varios factores. El estancamiento económico y el crecimiento de la pobreza son los más evidentes, pero alrededor de eso aparece todo el resto. No se puede pensar en la causa final porque es un poco de todo. Esto no significa que la inflación o el déficit fiscal sean problemas secundarios. Todo eso acompaña el panorama más general, que sería la pobreza y el estancamiento.

 

-¿Hay una pobreza estructural en Argentina?

-No sé si es estructural. Se ha convertido en estructural. Si me preguntabas eso hace diez años, lo veríamos de otra manera. Lo cierto es que los indicadores sociales han ido empeorando desde los 90. En los 2000, hubo un crecimiento muy grande del gasto público. Es muy extraño lo que ocurrió. Hay como capas, no es una pobreza que uno diga que está en la estructura argentina desde siempre. Yo viví en un país donde esto era impensable. Va a costar mucho revertirlo, eso sin dudas.

Hace más de diez años que la economía está estancada y si esto no se modifica, no hay forma de revertir la situación. Sin crecimiento económico, no hay manera de aumentar el empleo o de reducir la pobreza. Está estancada desde mediados del anterior gobierno de Cristina Kirchner. Es un estancamiento muy largo.

 

-¿Qué rol juega la inflación?

-Es un tema que habíamos resuelto. Si hay algo positivo que rescatar de los 90, es que habíamos logrado parar la inflación. De una forma muy dolorosa, pero se había frenado. Tanto Argentina como América Latina, en general. Logramos tristemente haber reflotado altos índices de inflación. Es quizás lo más imperdonable de la política económica en los últimos 30 años.

 

-Se ha intentado con distintas recetas en los últimos gobiernos, tanto de forma heterodoxa como ortodoxa, pero la inflación no baja. ¿Cómo se la puede abordar?

-Hay que ver el origen. En la historia de medidas antiinflacionarias, el gasto es la más importante. La inflación, a la salida de la crisis, era muy baja. Incluso, hubo grandes devaluaciones en el gobierno de Duhalde y no derivaron en inflación. La inflación la reflotamos nosotros. Tiene que ver con haber incrementado el gasto público mucho más allá de la capacidad de financiamiento, lo cual generó un déficit enorme y se volvió a financiar con emisión monetaria. Y la peor medida fue haber mentido con el índice de precios.

El control de precios solamente tuvo relativo éxito en el pasado, acompañado con otro tipo de programas. Si se mantienen estos niveles de déficit fiscal, es muy difícil. El gobierno de Macri intentó reducir el déficit, pero no lo logró. Recién en el último año se llegó a un muy forzado equilibrio primario, pero ni siquiera financiero. No hemos tenido desde la vuelta de los altos índices de inflación programas de estabilización de precios muy serios. Uno no puede hablar de fracasos de programas porque no ha habido programas concretos. No diría que fracasaron todos los intentos porque no hubo intentos serios. Hubo medidas parciales y mucho disparate.

 

-Déficit fiscal y gasto público. Se habló en los últimos tiempos de cómo reducirlos. ¿Ves una intención real de hacerlo?

-Nadie puede gastar más de lo que tiene. Los países pueden hacerlo durante un período de tiempo determinado, en ciertas circunstancias. Argentina no tiene acceso al financiamiento. Ya agotó el financiamiento monetario y tiene un nivel de gasto consolidado, utilizando todos los impuestos de emergencia. Hoy, ya no hay impuestos que cobrar. El gasto público está en un nivel elevadísimo. Yo no soy contrario a que haya mucho gasto, pero no se puede tener este nivel de gasto con este nivel de servicios y con este tipo de estructura tributaria. Es una economía muy injusta. El gasto casi se duplicó entre 2004 y 2014, en gastos muy rígidos. Se generaron derechos adquiridos mediante leyes y por eso es muy difícil de reducir.

 

-¿De dónde sí se podría recortar?

-Hay distintas cuestiones que deben ser miradas de manera conjunta desde la política fiscal, monetaria y de promoción del crecimiento. Es obvio que el problema está en el presupuesto nacional. El 35 o 40% es gasto en previsión social. Ahí, se generaron derechos adquiridos a tres grupos de población. Se equipararon derechos de quien aportó con quien no aportó, de quien trabajó con quien no trabajó, y hoy todos los adultos mayores tienen acceso a un haber previsional. Eso es raro para cualquier país. Hoy, pareciera que la única medida rápida que se puede tomar es la reducción de subsidios energéticos. Eso no va a alcanzar para resolver las cuentas, pero es ese el camino. Después, habrá que ver otras áreas del gasto público para saber por dónde se puede racionalizar un poco. Pero el incremento fue tan grande que es muy difícil volver a un punto de equilibrio. Lamentablemente, hay que pensar en un proceso de transición bastante complejo; negociar con los sectores, evitar subsidios injustificados, situaciones de privilegio, muchas cuestiones por revisar. Es una tarea muy compleja.

 

-¿El dólar dónde queda parado en este esquema?

-No es un tema aislado. Tiene que ver con la inflación, con las políticas de tipos de cambio. Cuando hay semejante brecha entre el tipo de cambio oficial y el marginal surgen comportamientos muy distorsionados, que obviamente tardan tiempo en resolverse. Si la economía se va normalizando, eso se tiene que modificar. Hoy, hay una situación extremadamente frágil. Es un desarreglo de la economía en su conjunto que hace que no ingresen divisas.

 

-¿Qué opinión te merece el debate sobre el Salario Básico Universal?

-¿Qué entendemos por SBU? Es un eslogan. SBU suena lindo, pero no sé qué es. ¿Significa que toda persona va a tener un ingreso a cambio de algún tipo de contraprestación? Así definido, no lo entiendo. Es incorrecto. Es un eslogan. Es una forma incorrecta de denominar una política social que debería ser más cuidadosa. Por otro lado, hay una discusión internacional sobre un Ingreso BU, que es una propuesta de la derecha: es la no necesidad del Estado y de las políticas públicas. Si me plantean eso, no estoy de acuerdo. Distinto es si me dicen que se debe dar un ingreso a quienes están en una situación de vulnerabilidad. Eso es otra cosa. No es tan fácil cómo definir quién y cuánto recibe. Argentina está en una situación muy extrema, con una pobreza muy amplia y generalizada, un gasto público enorme y poco margen para mejorar esa situación. Es claro que el presupuesto público debería definir las prioridades para resolver esta situación.

 

-¿Es necesaria una reforma tributaria? ¿Sobre qué ejes debería girar?

-El sistema tributario actual no solo es injusto, sino que es ineficiente. Hay tributos que no se aconsejan como el impuesto al cheque, que beneficia al incumplidor y castiga al cumplidor. Debemos hacer una reforma muy amplia. El impuesto a las ganancias requiere una modificación desde hace décadas. El esquema del monotributo debe ser modificado. El mundo discute cómo aumentar el impuesto al tabaco para que la gente no fume y a su vez subsidiar el sistema de salud. Argentina es el único país que conozco que utiliza una parte del impuesto al tabaco para subsidiar a la industria tabacalera. Hay que reformular los impuestos selectivos. El IVA es tal vez el impuesto que está más ordenado en términos relativos, pero tiene al lado el impuesto provincial que es Ingresos Brutos, que tiene efectos negativos. Y tenemos una carencia muy fuerte en impuestos sobre la propiedad, que son muy bajos. Después, se puede discutir si se debe cobrar un impuesto a la herencia. Hay mucho para hacer.

 

-¿Qué se debe hacer con las retenciones?

-Es un impuesto que en el mundo no existe, pero en Argentina ha cumplido un rol importante; sobre todo, cuando existe un programa de estabilización. Cuando el tipo de cambio se te va muy alto, las retenciones funcionan como un amortiguador. Por ejemplo, en la crisis de 2001, cuando la devaluación llevó el dólar de 1 a 4 pesos. En ese caso, las retenciones se quedaron con el exceso de tipo de cambio. Una vez que se normalizó, perdió sentido; sobre todo, cuando hay un tipo de cambio bajo. Es un instrumento importante y no hay mucho margen para perder ingresos. Pero depende mucho del tipo de cambio.

 

-Sobre el acuerdo con el FMI, ¿es un buen acuerdo?

-No interesa mucho si es bueno el acuerdo. Hay que cumplirlo. Argentina se ha comprometido a revisar las cuentas públicas, que en sí mismo está bien. Después, hay otros aspectos más o menos discutibles.


 

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