Ingresos vs. gastos

¿Incidirá en la medición de pobreza la actualización de la Canasta Básica del Indec?

El INDEC informó que trabaja en la renovación del conjunto de bienes y servicios considerados en función de los cambios en las pautas de consumo de los argentinos. Esa medición es la utilizada para calcular la inflación y estimar las líneas de pobreza e indigencia en el país. Por Cecilia Pozzobon

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07-07-2021

Fotos Sub Cooperativa de Fotógrafos

 

El control de la inflación y la constante tendencia creciente de los precios en Argentina es una deuda que acumula años y distintas gestiones de gobierno que incluyen democráticos y no. De hecho, sin ir más lejos, la administración anterior construyó su campaña sobre la promesa de “pobreza cero”, mientras que la actual aseguró que “llenaría las heladeras de los argentinos”, ambas situaciones que lejos están de una realidad que muestra que 42% de la población era pobre a finales del año pasado y que ese porcentaje se incrementa hasta casi el 63% cuando se considera sólo a la infancia (menores de 14 años).

La carrera entre ingresos y gastos, salarios y el pago de todo lo que incluye la Canasta de bienes y servicios necesarios para vivir, resulta de nunca acabar, viva donde se viva en Argentina.

Esto último pone el foco en la composición de esa canasta en función de los hábitos de consumo de los ciudadanos. Sobre el tema, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) anunció meses atrás que se encuentra trabajando en lo que será la actualización de la canasta que utiliza para realizar las mediciones de inflación, que sirven a su vez como parámetro para estimar las líneas de pobreza e indigencia en el país.

El conjunto de productos que actualmente se utiliza para monitorear mes a mes el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec fue actualizado en 2017 por última vez, utilizando datos de consumo obtenidos en la Encuesta de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004 y 2005. 

El cambio en el que ahora está trabajando el organismo implicará referenciar el IPC a la última ENGHo de 2017/2018 que los técnicos del Indec terminaron de procesar en 2020.

El nuevo muestreo de bienes y servicios -que fue anticipado por la agencia de noticias Bloomberg- podría considerar, por ejemplo, consumos de plataformas de streaming como Netflix o Spotify, que podrían ser incluidos en la categoría Recreación y cultura que releva el organismo para la Canasta Básica Total (CBT).

Vale tener en consideración que dicha canasta, metodológicamente se obtiene mediante la “ampliación de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) al considerar los bienes y servicios no alimentarios (vestimenta, transporte, educación, salud, etcétera) consumidos por la población de referencia”, según indica el Indec. 

Para “ampliar o expandir” el valor de la CBA, el Indec utiliza el “coeficiente de Engel” (CdE), definido como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales observados en la población de referencia. Esto es, el resultado de restar a los gastos totales, los gastos alimentarios, por lo que cabe la posibilidad de que al ser considerados más erogaciones no alimentarias, se amplíe la brecha entre la CBA y la CBT. 

¿Incidirá entonces esta actualización de la Canasta en la medición de pobreza?

 

Cambio de hábitos

Es un hecho conocido que los hábitos de consumo de todo el mundo -la población argentina no está exenta- tienden a cambiar con el transcurso del tiempo. La población de referencia del Indec y su canasta de bienes y servicios, por lo tanto, requiere de actualizaciones metodológicas a fin de lograr “una mejor adecuación entre la medición de la pobreza y los hábitos de consumo de la población'', según explica el Indec. 

Así por tanto, las actualizaciones realizadas en base a las ENGHo de 1985, 1996 y 2004 muestran un importante cambio en los hábitos, que consiste en una sistemática reducción en el peso relativo del gasto alimentario, a la vez que algunos rubros como Transporte y comunicaciones, o Vivienda tienden a incrementar su participación. 

En efecto, mientras el gasto en Alimentos y bebidas representaban en 1985 un 48,1% del total de gastos de la población de referencia; en 1996 fue de 42,2% y en 2004 de 38,4%. 

A su vez, mientras Transporte y comunicaciones explicaron en el '85 un 8,1% del total de gastos; en el '96 fue de 11,6% y en 2004 fue de 13,6%. Otro incremento significativo se puede presuponer si cierto es que se incluirá, por ejemplo, consumos de Netflix o Spotify.

Vale considerar entonces que, tal y como explica el propio Indec, la caída del gasto alimentario implica un coeficiente de Engel cada vez menor (y el consecuente incremento de su inversa), y por lo tanto una mayor distancia entre la Línea de Indigencia (LI) y la Línea de Pobreza (LP).

 

 

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En efecto, el propio Indec monitorea el efecto ocasionado por el cambio en las pautas de consumo de la población y determina, para el caso de la actualización en 2006, que la proporción de personas pobres resultó en promedio, 11,6 puntos porcentuales más elevada respecto de la medición basada en la ENGHo 1985/86.

 

Distintas formas de medir la pobreza

Varias son las metodologías utilizadas para cuantificar la pobreza y no menos las críticas que reciben las que finalmente se usan.

Un informe elaborado por el equipo de trabajo de la Encuesta de Hogares y Empleo de la Dirección Provincial de Estadística de la provincia de Buenos Aires, para el Centro de Investigaciones en Economía Política y Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata refleja que hay tres métodos de medición internacionalmente reconocidos: el de la Línea de Pobreza (LP), el de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), y el Integrado, que combina las dos anteriores. También existe un cuarto que considera diversas dimensiones de la problemática y que oficia de crítica de los anteriores.

Según el informe de la Dirección de Estadísticas de Buenos Aires, los métodos más utilizados internacionalmente, a pesar de sus limitaciones son el método de la LP, que toma el ingreso o el gasto de consumo como medidas del bienestar, estableciéndose un valor per cápita de una canasta mínima de consumo necesario para la sobrevivencia; y el NBI que considera un conjunto de indicadores relacionados con necesidades estructurales como vivienda, educación, salud, infraestructura pública, etc. que se requieren para evaluar el bienestar individual. 

Ambos métodos, utilizados en Argentina, tienen un sesgo común: se dirigen hacia una noción de la pobreza caracterizada a partir de una situación insatisfactoria de ciertas necesidades consideradas básicas.

La corriente crítica, en tanto, es la que considera que la medición de la pobreza puede exceder esas dimensiones. La Multidimensional Poverty Peer Network (MPPN) o -en su traducción al español- Red de pobreza multidimensional, espacio compuesto por 61 países y 19 organizaciones a cargo de la Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI), tiene por objetivo erradicar la pobreza a través de mediciones que consideren los distintos tipos de carencias de las personas que viven en situación de pobreza. 

Ellos consideran que las medidas multidimensionales permiten ver cuántas carencias experimentan los hogares al mismo tiempo.

Quien releva la pobreza de manera multidimensional en Argentina es la Universidad Católica Argentina (UCA) a través de su Barómetro de la Deuda Social en el que se puede observar que las privaciones sociales no sólo se expresan en la pobreza por ingresos, sino también en dimensiones fundamentales para el desarrollo humano tales como el acceso a la salud, a los servicios básicos, a la vivienda digna, a la educación, a un medio ambiente saludable, entre otros.

Allí se puede ver que, mientras para el Indec la pobreza alcanzó al 42% de la población al término del segundo semestre del 2020, para la UCA fue de 44,7% si se consideran sólo los ingresos, y puede llegar a 45,7% si se consideran las personas que tienen al menos dos carencias de las consideradas en las múltiples dimensiones.

 

 

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Los ingresos y la inflación

La carrera entre ingresos y egresos o gastos, se ve reflejada en la ENGHo de 2017/2018 que realizó el Indec. Allí se puede observar, por ejemplo, que mientras debido a que en la región del Noroeste del país el promedio de los ingresos per cápita familiar es 32,1% inferior a la media nacional, el gasto en los Alimentos y bebidas necesarios para no ser considerados indigentes se lleva 29% de ese total de ingresos.

En tanto, en la región Pampeana, mientras los ingresos per cápita familiar son casi 4% superior al promedio nacional, la porción destinada a Alimentos y bebidas alcanza el 22,8% del total de ingresos.

En Gran Buenos Aires, a su vez, la brecha es mayor ya que los ingresos son 11,2% superior al promedio y por ende la porción destinada a Alimentos y bebidas es menor (21%).

 

 

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Las relaciones claramente varían en función de la inflación que se suspende como espada de Damocles tanto sobre salarios como sobre todo aquellos necesario para vivir.

En este caso, vale traer a colación que -siempre según el Indec- el Índice de salarios aumentó 3,2% en el cuarto mes de 2021 respecto de marzo, con una inflación del 3,3% durante el mismo período, y un 36,3% interanual, muy por debajo de la inflación acumulada de 46,3% para igual comparación.

 

Propuestas para controlar los precios

En medio de la escalada de precios que promete llegar a valores cercanos a 50% hacia finales de año, el Gobierno nacional intenta una nueva pulseada: lanza una nueva canasta de productos de primera necesidad con valores congelados (impresos en los paquetes) hasta el próximo 31 de diciembre.

Se trata de “Super Cerca”, un conjunto de 70 productos entre alimentos, bebidas, artículos de limpieza e higiene personal, que deberían tener un precio 7% inferior al vigente en el momento de lanzamiento.

La diferencia de esta nueva propuesta para con relación a “Precios Cuidados” que incluye 660 productos, es que el valor está impreso en el packaging y la intención es llegar con ese mismo valor a todos los rincones del país, algo que hasta ahora ha fracasado con los anteriores.

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Redacción Mayo

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