Brechas educativas

Las brechas que evidenció en la Educación el Covid-19

Con la suspensión de las clases presenciales, quedaron expuestos una serie de déficits sociales, educativos y económicos que aún no tiene una solución a largo plazo. Con la vuelta a las aulas y la educación con burbujas sigue vigente el problema de la conectividad.

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09-04-2021

El 1 de marzo de este año, luego de casi un año bajo la modalidad de educación a distancia, más de 10 millones de estudiantes y 900 mil docentes de todo el país regresaron a las aulas. Bajo el paraguas de la presencialidad cuidada -como se sintetizó la batería de medidas de seguridad que acompañaron el retorno- la escuela debió enfrentar uno de sus mayores cambios históricos y dejó expuestas una serie de brechas, que aún persisten.

En rigor, el quiebre comenzó el año pasado, cuando se restringió la circulación y las clases pasaron al universo de la virtualidad. Con escaso entrenamiento en la utilización de herramientas digitales y un precario sistema de conectividad, profesores y maestros reformularon los contenidos mínimos para brindarlos por diferentes plataformas. El primer desafío fue la adaptación a la nueva  normalidad y dejó expuesto la poca utilización de entornos digitales en pleno siglo XXI.

La Nación y las Provincias intentaron desplegar una serie de estrategias para garantizar la continuidad pedagógica de manera remota. Se imprimieron cuadernillos, se destinaron horas de radio y TV y se montaron sitios webs especializados para sostener el proceso educativo.

Respuestas

“Seguimos educando” es el nombre del programa que diseñó el Gobierno nacional y que incluyó contenidos digitales en el portal educ.ar. Mientras que las administraciones provinciales ampliaron sus estructuras digitales y buscaron acercar nuevas herramientas de capacitación docentes para hacer frente a la escuela remota.  En Córdoba, por ejemplo, se creó el portal Mi Aula Web, que superó los 300 mil usuarios.

De acuerdo con un relevamiento de Unicef en la Argentina el 18,3 por ciento de los niños, niñas y adolescentes no tiene acceso a Internet en los hogares y el 36,9 por ciento no cuenta con un dispositivo propio para realizar las tareas de la escuela.           

Como una alternativa para garantizar el acceso a la educación  las empresas prestadoras de servicios de telefonía e Internet y el ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) acordaron que  todos estos portales fueran de acceso gratuito y no consumieran datos.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la cuarentena  profundizó las brechas sociales, económicas y de conectividad en toda la Argentina. A esta desigualdad material que supone el acceso a los dispositivos hay que sumarle una dimensión subjetiva: el capital cultural y educativo de cada familia. 

El mismo ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, reconoció la profundización del problema. En varias entrevistas antes del regreso la presencialidad dijo: “la pandemia iluminó la profunda desigualdad que hay en la Argentina en términos de acceso al hardware y a la conectividad”.

El regreso a las aulas no implica la eliminación del problema de la brecha digital. La bimodalidad y las burbujas requiere un ejercicio de alternancia entre las clases presenciales y la educación remota.

Para Agustín Batto Carol, director ejecutivo de Eidos Global, una organización sin fines de lucro que trabaja en evolución educativa “romantizar y pensar que la digitalización total de la educación o la estandarización de métodos de enseñanza es aplicable a todos los contextos, en territorios como el latinoamericano que presenta grandes desigualdades en el acceso a recursos, dispositivos o conectividad, y niveles de pobreza altísimos, sería volver a pensar en clave de sistemas educativos restrictivos que dejan fuera personas y no los incluyen”.

Brechas profundas

Un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) le pone cifras al impacto social de la suspensión de las clases presenciales y sus consecuencias.

Antes de la pandemia el 53% de los alumnos era pobre, el 5,8% de los menores de 18 años vivía en hogares hacinados y el 56,1% de los hogares tenía internet fijo. Las recientes estadísticas publicadas por el Indec agravan esta situación. Tras el primer año de la pandemia seis de cada 10 niños en la Argentina viven bajo la línea de pobreza.

Otro informe de Unicef de fines del año pasado señaló que 1 de 4 estudiantes no tuvieron contacto con sus docentes durante el 2020.  Las consecuencias educativas aún están por verse. A finales de este año el Ministerio de Educación de la Nación realizará una encuesta para ver el grado de aprendizaje de los alumnos.

Batto Carol señala que el escenario es complejo. “Ante la creciente pobreza, tenemos que enfrentarnos a la realidad de que los pisos educativos han bajado, y a la hora de educar cada vez debemos empezar desde más atrás”, apunta.

Y señala que puede mejorar a partir de lo aprendido. “Esto no significa no evolucionar, sino entender que cada situación requerirá una experiencia, un abordaje y tiempos distintos. Customizar el aprendizaje es diseñar contenidos pensando en quién aprende y sus realidades, no solo en lo que se quiere enseñar”, apunta.

Un relevamiento que marca el camino

El segundo informe sobre “La educación argentina durante la pandemia Covid-19” realizado por Argentinos por la educación arrojó como resultado que 9 de cada 10 escuelas primarias utilizaron WhatsApp para proponer tareas en cuarentena.

Si bien la encuesta nacional se realizó a familias de estudiantes de escuelas primarias urbanas de gestión estatal, como dato a tener en cuenta es que la inversión realizada por el estado en otras plataformas no fue utilizada por los agentes educativos.

Según el informe, el celular fue el dispositivo más usado para actividades escolares durante el ciclo 2020, y 6 de cada 10 casos reportaron un servicio de internet poco adecuado o inadecuado para fines pedagógicos.

De estos resultados se concluye que “si la herramienta es el WhatsApp, el dispositivo es el celular”. Para la mayoría de los alumnos el celular fue el único medio de conexión educativa, con poca o inadecuada conectividad, y con programas pedagógicos que debieron readaptarse en función del contexto social.

Desde Unicef amplían esta mirada a todo el país. su estudio coincide con que el WhatsApp es el medio más utilizado por las y los adolescentes para contactarse con sus docentes: “63% señala usarlo con esta finalidad”. Mientras que las plataformas educativas son el segundo medio más habitual, utilizado por el 46% de los encuestados.

El nuevo desafío educativo tendrá foco en mitigar las profundas desigualdades que ocasionó la decisión de cerrar las escuelas; aunque también, en la medida que se regrese paulatinamente a las aulas, se avecina un desafío mucho mayor: pensar la escuela post pandemia.

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Redacción Mayo

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