Consumos digitales

Aplicaciones con audiencia: buscando un lugar donde hablar

En medio del imperio de la imagen, las redes sociales reinterpretan el poder de la voz y lo efímero. Por Luciano Lahiteau

1270
1270
23-05-2022

Ilustración Juan Pablo Dellacha

 

Los cambios que precipitó la pandemia en las herramientas y plataformas digitales incluyó una inédita demanda por entornos que reprodujeran la calidez de una interacción humana. A la par del exponencial crecimiento del negocio de los videojuegos y el cine y las series por streaming, sin que los tecnócratas lo previeran y con el metaverso en ciernes, tuvieron su auge algunas nuevas aplicaciones que tienen a la voz y la conversación efímera como núcleo de atracción.

Salas para conversar

El caso más notable es el de Clubhouse, una red social creada por Paul Davison y Rohan Seth que apareció en abril de 2020 bajo el slogan “un nuevo tipo de producto social basado en la voz”. La idea es muy sencilla: la red acoge salas de conversación, donde los usuarios ingresan según su interés e intercambian sus pensamientos, dudas y emociones mediante comunicaciones de audio y con el arbitraje de un moderador. Como salas de Zoom o Meet, las de Clubhouse agrupan usuarios que tienen un interés común para conversar a ciegas por minutos u horas, sin que lo que allí se diga pueda volver a reproducirse en ninguna otra plataforma. 

Lo que hizo de Clubhouse un éxito inmediato fue la novedad de esta interacción efímera e inconducente, una experiencia inmersiva y consistente que se parecía como ninguna otra a una charla casual de la vida normal que por entonces había quedado en suspenso. A la vez, la red tuvo un impulso especial por su carácter exclusivo, ya que solo estaba disponible para sistemas operativos iOS y por invitación: para entrar, alguien que ya tenga usuario debe abrirte paso (para los más desesperados, hay usuarios que “venden” invitaciones). Las salas, además, tienen un tope de 5.000 usuarios. 

Este rasgo que, como en los escalafones sociales de la vida real, despiertan una curiosidad y un aspiracionismo especial por acceder a espacios que para otros están vedados, se reforzó muchísimo cuando algunas figuras de renombre mundial empezaron a dar entrevistas abiertas en salas de Clubhouse. La más notable ocurrió el 31 de enero de 2021, cuando Elon Musk participó de la sala Good Time. Según las crónicas de los usuarios, ante aquel auditorio de anónimos, Musk se mostró más taciturno y aplacado que en sus apariciones públicas, y fue más cauto al hablar de los viajes espaciales, la colonización de Marte o las criptomonedas, temas en los que está implicado con sus empresas.  

Para entonces, Clubhouse cotizaba en 1.000 millones de dólares, habiendo valido 100 a fines del 2020. Lo que en el mundo occidental llamaba la atención por la participación de estrellas del espectáculo como Drake, Jared Leto y Oprah Winfrey, en Asia se convirtió en un asunto de Estado. En Hong Kong y Taiwán la red se usó para alentar el debate por la situación política local y los derechos civiles, y en China tuvo una explosión de salas que desafiaban la uniformidad del debate público, lo que llevó a que las autoridades del país prohibieran su uso en febrero de 2021.

 

Tiempo de réplicas

El acelerado éxito que registró Clubhouse el año pasado no pasó desapercibido para las grandes compañías tecnológicas. Incluso con una versión beta -a eso se debe, aseguran desde la red social, que el ingreso de nuevos usuarios estuviera restringida- y reservada para clientes iOS -llegó a los Playstore de Android en mayo de 2021-, había llegado a una valuación de 4.000 millones de dólares antes de cumplir un año en funcionamiento.

Tan rápido como pudieron, Facebook (ahora Meta), Amazon y Twitter anunciaron su intención por renovar el enfoque en los productos de audio. Un año atrás, Twitter lanzó Spaces y ofreció boletos para ganar dinero en sus reuniones grupales. Con esta nueva funcionalidad, Twitter esperaba dar cohesión a algunas de las charlas y debates que ya se estaban dando en el timeline, pero dotándolas de un espacio restringido a los usuarios de más interés y compromiso con el tema en cuestión y, sobre todo, abriendo a la posibilidad de oír la voz, con sus inflexiones y tonos, de los avatares digitales que pululan en la red. 

La herramienta demostró ser útil para conducir la excitación por novedades discográficas o fílmicas, como ocurrió en abril de 2021 con el lanzamiento de la edición 50° aniversario de Plastic Ono Band, de John Lennon, que se acompañó con una sala donde estaban Giles Martin (hijo de George Martin e ingeniero encargado de remasterizar las cintas originales), Klaus Voorman (bajista de las sesiones del disco e ilustrador) y Sean Ono Lennon (hijo de John y Yoko) comentando sus sensaciones sobre la obra reeditada con los usuarios. 

Lo notable es que el formato se parece mucho al de, por ejemplo, las Tim's Listening Parties, promovidas por el músico británico Tim Burgess desde su programa en la BBC Radio 1. En ellas, el frontman de The Charlatans invita a su audiencia a darle play en simultáneo a un disco en particular (puede ser una novedad, un clásico, un incunable o sencillamente algo desconocido para su público, como supo hacer con discos de Miranda! o Astor Piazzolla) y comentarlo juntos, mientras lo oyen, en Twitter. Así, las opiniones del conductor del programa se mezclan y equiparan a las de los usuarios y oyentes, que se responden y retrucan, alimentando el interés por lo que están escuchando.

 

A futuro

Con la relajación en las restricciones sanitarias, la ola de Clubhouse se aplacó.  En febrero de 2021, la aplicación llegó a 9,2 millones. Pero pronto cayó a 900.000, según Sensor Tower, que también remarcó que la retención de los usuarios existentes era fuerte y que lo que estaba quedando era un núcleo duro de usuarios conformes con la red. En Reddit, un usuario hacía un diagnóstico distinto y algo preocupante: “La gente se ha quedado sin temas para discutir. Salas de menor duración. La gente está cansada de temas repetitivos o de las mismas viejas salas relacionadas con temas. Principalmente religión, política, raza o algunos debates controvertidos. Las personas se bloquean entre sí y no permiten que las personas se unan a las salas de los demás. (...) Las notificaciones están inundando a las personas, por lo que están desactivando todas las notificaciones o desinstalando la aplicación. Se utiliza mucho lenguaje controvertido y provocativo para alargar las salas y los debates”. Rasgos que, podríamos arriesgar, también comparte con la radio.

Suscribite al newsletter

Redacción Mayo

* no spam