OPINIÓN

2023: pura incertidumbre política y la certeza de una economía agonizante

Lejos de consolidarse, las opciones electorales se desdibujan entre la indefinición y las dudas sobre las PASO. En cambio, la profundización de la crisis económica en el año electoral se presenta casi ineludible. Por Virginia Guevara

virginia guevara
virginia guevara RMayo
07-11-2022

El 2022 terminará con una inflación en torno del 100 por ciento y ninguna proyección -ni siquiera el presupuesto nacional 2023, cuestionado por su optimismo- señala un descenso rápido: para el primer cuatrimestre del año próximo se espera que los precios sigan subiendo por encima del seis por ciento mensual. A ese ritmo, el aumento de la pobreza está garantizado y el riesgo de disparadas mayores de la inflación sigue latente.   

Las devaluaciones a la carta que desde hace tres meses improvisa el ministro de Economía Sergio Massa sólo logran parches temporales para la permanente falta de reservas del Banco Central y amplios sectores de la industria empiezan a paralizarse por falta de insumos, dado el cepo a las importaciones impuesto por la falta de dólares. 

Algunos rubros optan por importar al precio del dólar financiero, lo que supone duplicar el costo de los insumos que provienen del exterior: más combustible al incendio inflacionario. Otros rubros empiezan a frenar bruscamente la producción, y con eso se detiene también toda chance de mejora en el nivel de empleo. 

Todos los problemas que hoy exhibe la economía argentina garantizan dificultades mayores en el año electoral, y sobre ese terreno devastado se cierne la sequía más grave de la década. El agro vive una verdadera catástrofe: se registra la peor cosecha de trigo en 12 años -en Córdoba, 75 por ciento menos que la campaña anterior- y es drástica la caída en el área sembrada de soja. Las economías regionales frutícolas y vitivinícolas también sufrieron daños severos por heladas tardías, y los cálculos de pérdidas vuelven dramática la restricción en el ingreso de dólares el año próximo. 

La economía del proceso electoral será agónica. Tal vez sea esa la única certeza en el panorama de total incertidumbre que representa 2023. 

Todo en dudas 

La carrera que protagonizan los gobernadores peronistas para adelantar las elecciones -casi la mitad de las provincias se despegaron ya de los comicios nacionales- está influenciada por ese factor, y también los esfuerzos de la vicepresidenta Cristina Fernández por despegarse del gobierno que integra, a los fines de mantener en pie la chance de ir por un tercer período presidencial el año próximo. 

Las aspiraciones de Massa parecen una quimera frente a esas perspectivas económicas, y las chances electorales del oficialismo se minimizan, en un escenario donde todo se desdibuja en lugar de comenzar a definirse y donde hasta las reglas de juego más básicas se ponen en dudas: los intentos del peronismo por suspender las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) consumirá lo que resta del año legislativo y lo que resulte será determinante para 2023. 

Contra la totalidad de los gobernadores peronistas y contra el kirchnerismo, el presidente Alberto Fernández parece ser el único oficialista que defiende las Paso. Lo hace en defensa de su propia precandidatura a la reelección, y todo indica que los pocos votos que le responden están en condiciones de frenar el intento de voltear las primarias. 

La oposición de Juntos por el Cambio nunca imaginó que encontraría en el Presidente a un aliado estratégico para la cruzada en defensa de las Paso. Todos los socios opositores asumen que sin primarias, mantener la unidad de la coalición sería casi un imposible, dada la inédita virulencia de la interna que protagonizan Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich en el PRO, las permanentes tensiones con el radicalismo y la ambigüedad creciente del expresidente Mauricio Macri, que actúa como si quisiera ser candidato a presidente pero habla como si quisiera ser el gran elector. 

En Juntos por el Cambio predomina la idea de que si Cristina Fernández es candidata a la Presidencia, Macri también lo será. 

La batalla interna de fondo que teme la oposición es entre el expresidente y Rodríguez Larreta: representan ideas cada vez más diferentes, que será muy difícil conciliar sin el ordenamiento de las Paso. Se alejan cada vez más en sus planteos ideológicos y también tienen actitudes opuestas hacia el radicalismo. Macri nunca termina de tensar la cuerda con los socios radicales; el jefe de Gobierno porteño sella alianzas con todos los sectores de la UCR y sigue buscando socios peronistas. 

Se supone que todo ese rompecabezas de Juntos por el Cambio se ordenará en las PASO. Lo cierto es que las posibilidades de que ordene sin PASO parecen cada vez más escasas.

En medio de la incertidumbre generalizada, hay dos opciones que parecen desdibujarse antes de llegar siquiera a tomar forma definitiva. El fenómeno libertario de Javier Milei bajó la espuma y se estabilizó en las encuestas y la posibilidad de que se concrete una opción de centro capaz de crecer en el medio de la grieta tampoco se consolida: sigue siendo Juan Schiaretti el único peronista opositor al kirchnerismo, y de momento no encuentra socios para ese intento.

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Redacción Mayo

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