De Greenpeace a Santi Maratea, conectados por algo

La organización ecologista fue pionera en colectar voluntades virtuales para apoyar causas ambientales. Por Laura Giubergia
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11-07-2022
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Ilustración Daniel Pito Campos

-¡Súmate! Exijamos justicia ante la emergencia climática

-Exige al Gobierno que deje de subvencionar a las grandes compañías eléctricas y ponga fecha urgente a la sustitución de las energías contaminantes y peligrosas por las renovables.

-Tenemos que reinventar nuestras ciudades para proteger nuestro futuro y nuestro planeta. Firma y pide a las administraciones que apuesten por modelos de ciudades más verdes, justos y sostenibles.

-No más plásticos en nuestra comida.

-Salvemos la Amazonia.

-El Ártico se derrite. ¡Salvemos el Ártico!

-Pide al Gobierno de España que se comprometa con un tratado internacional firme y ambicioso que proteja los océanos de las graves amenazas a las que se enfrentan.

La organización ecologista transnacional Greenpeace fue pionera al momento de aunar el compromiso virtual de la población mundial. Primero a través de una página web y luego con mails dirigidos de manera casi personal, esta ONG con presencia en todo el mapa hace dos décadas que no descansa en proponer todas clase de iniciativas planetarias. Todo, a sólo un clic de distancia.

?Tu firma es fundamental para impulsar nuestras campañas a favor del medio ambiente. Solo luchando de forma unida podemos lograr un mundo más sano y en paz, empujando a empresas y gobiernos a ser más verdes y sostenibles?, es el lema que encabeza cada pedido de firmas virtuales.

Uno de los grandes hitos de Greenpace, a nivel de Argentina, ocurrió cuando consiguió más de un millón de firmas digitales (enviadas por correos electrónicos) para que el Congreso nacional votara -al fin- la Ley de Bosques.

Su impulso tuvo imitación a medida que internet iba acaparando cada vez más la vida cotidiana. Primero, surgieron blogs con algunas intenciones en especial y luego, directamente el compromiso se trasladó a las redes sociales, con Facebook a la cabeza. Se crearon grupos especiales bajo alguna consigna específica y desde allí se motorizaron acciones virtuales que terminaron con impacto real.

En el medio, aparecieron voces apasionadas a favor y en contra de este fenómeno. Entre estos últimos, se encontraba el filósofo Juan Pablo Feinmann, referente de una Argentina que hizo de las calles un campo simbólico por excelencia. "Internet es una de las grandes armas para entretener, pero evidentemente algo genera. Ahora bien: la revolución no se hace allí, se hace en la calle. No se hace demoliendo la honra de alguien en Facebook, se hace manifestando. No podés ser un héroe tocando tres teclas, si no, cualquier gil cree que se comunica con las masas", dijo hace ya una década.

Pero el tiempo pasó. E internet absorbe, cada vez más, todo el campo de acciones.

Otro ejemplo similar a Greenpace es el de Amnistía Internacional, un movimiento global que lucha por la justicia y la paz social. En 2020, esta organización recolectó más de un millón de firmas de personas de todo el mundo, planillas que fueron entregadas al fiscal general de Estados Unidos, William Barr, y que tenían un denominador común: exigir justicia por el asesinato de George Floyd, un hombre negro a quién la Policía de Minnesota mató en mayo de ese año en un operativo plagado de racismo.

A la par de las gruesas protestas públicas que se desarrollaban en diversos puntos de Estados Unidos, ciudadanos de todo el mundo pudieron acercar su grito virtual a través de esta plataforma.

Con nombre propio

En Argentina, el fenómeno de Santi Maratea, un influencer solidario, ha generado todo clase de posturas y comentarios, aunque su esencia aún aparece inalterable: con una breve reseña en sus redes sociales y un número de cuenta, ha sido capaz de conmover a la población de manera tal de lograr donaciones millonarias con los más diversos fines.

Sus colectas han sido tanto para costear tratamientos médicos en el extranjero de niños con enfermedades raras, como para comprar equipamiento para los bomberos que debían combatir en inferioridad de condiciones los impresionantes incendios que asolaron Corrientes en el verano de este 2022.

Un joven que, con su celular en la mano, se compromete con causas particulares y termina por desnudar ?aunque no haya sido su principal preocupación? otra cuestión: la desconfianza en las instituciones para resolver asuntos urgentes.