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THIS IS US: el melodrama del aislamiento. Una serie que cuenta la historia de una familia en distintas épocas

Todos los capítulos emitidos del drama que conmovió al mundo desde antes de la pandemia están disponibles en Sensa. Una reseña, sin spoilers, de la serie que recuperó el melodrama como género por excelencia para contar la historia de una familia en distintas épocas.

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07-05-2021

This Is Us (Así Somos) se estrenó en la televisión abierta estadounidense en septiembre de 2016. Y fue un éxito inmediato. Los casi cinco años transcurridos desde la primera emisión de esta ficción de largo aliento -cada temporada, ya disponibles en Sensa, cuenta las primeras cuatro con 18 capítulos; y la quinta, con 16, con un parate en su producción durante mayo que podría demorar el desenlace-.  

La serie, así, no solo se consolidó en EEUU y entre los seriéfilos del mundo, sino que, pandemia mediante, fue y es, sin dudas al mirar los números, una de las favoritas para maratonear en tiempos de encierros globales. 

Esa segunda vida de la historia de la familia Pearson tiene más de un motivo que justifica por qué tantas personas se engancharon con un melodrama, de los que ya no se hacen, durante el aislamiento.

Una hipótesis posible es que, como dice la teórica Milly Bounanno, “la fuerte separación entre ficción y realidad (de las ficciones) deja ver la manera, o al menos una de las principales maneras, con la que trabaja el imaginario y restituye la misma realidad: fantaseando sobre los recursos escasos, elaborando resarcimientos para la ansiedad, colmando simbólicamente los vacíos”.

Es que This Is Us recrea el imaginario de una familia nuclear muy peculiar bajo el esquema narrativo del melodrama de calidad, más cerca de las grandes superproducciones en términos técnicos que de las tiras diarias más convencionales.

En el camino de la televisión para “sentirse bien”, la serie evoca una infinidad de antecedentes como “Nuestros Años Felices”, “Parenthood”, entre tantas otras, con la familia Pearson como protagonista de una historia en varios tiempos que apela a la utilización de flashbacks y flashforwards para -al estilo Lost- construir una mitología del ensamble que tiene rendimientos narrativos dispares.

Sin embargo, a medida que avanzan las temporadas es el paterfamilias, Jack, el gran organizador del relato. Una especie de Forest Gump en clave melodramática cuya existencia marca los arcos narrativos de todo el resto de los personajes, principales y secundarios. Superman lo llama su hermano, y así lo recuerdan sus hijos, conocidos como los Tres Grandes, Kevin (Justin Hartley), Kate (Chrissy Metz) y Randall (Sterling K. Brown), hijos de Jack (Milo Ventimiglia) y Rebecca (Mandy Moore). 

La serie comienza con el matrimonio a punto de tener trillizos. Uno de ellos muere en el parto, sobreviven Kevin y Kate. Por obra de la magia de la ficción, se suma Randall, un bebé afroamericano nacido el mismo día que adoptan de manera inmediata.

De ahí en adelante, This Is Us sigue las vidas de estos personajes presentando historias que se desarrollan en el presente -en coincidencia con el año de emisión- entremezcladas con la niñez y adolescencia de los tres Pearson, así como con otros períodos de la vida de sus padres y hasta de sus familias políticas. 

La estructura narrativa incluso llega a insertar breves fragmentos del futuro -a partir de la segunda temporada-, siempre en clave enigmática y con giros propios del thriller respecto al origen y destino de los dramas familiares. 

En ese contexto, la serie ha sido elogiada por la diversidad de su casting así como por las temáticas que aborda, y también duramente criticada por ser demasiado explicativa y condescendiente, apoyada en permanentes soliloquios que los personajes no dejan de dar y, en algunos casos, parecen salidos de libros de autoayuda.  

Así y todo, la épica familiar se construye con solidez. Porque el melodrama también juega con los géneros: hay varias historias de amor, por supuesto, pero también tramas de redención y, por momentos, es un drama social, histórico y bélico. La serie también plantea un recorrido sobre cómo la televisión contó lo familiar desde los 50 hasta hoy, y los cambios socioculturales implicados en las distintas épocas.  

Los traumas personales y familiares, que no se adelantan para evitar spoilers, se resuelven gracias a que el clan tiene un poder de resiliencia casi inverosímil. Pero tal vez allí reside su atractivo, y popularidad: a pesar de las tragedias, termina siendo reconfortante.

En un momento de sobreoferta de ficciones, con una batalla por la originalidad y rareza para destacarse, This is Us vuelve a las raíces con personajes que, en la mayoría de los casos, pueden ser cualquiera de nosotros, cumpliendo con la máxima de un tipo de TV que se propone hablar de un nosotros. 

Los saltos temporales mencionados dan lugar a giros del guion que provocan el típico enganche intensificando la conversación social alrededor de la serie y que, si se mira de un tirón, resulta difícil no pasar horas y horas frente a la pantalla. Esto genera otra reacción inevitable: Los Pearsons terminan entrando al living de los hogares y, posiblemente, inviten a la revisión de los propios vínculos familiares. 

Por momentos empalagosa y en otros de una profundidad dramática destacada, en This Is Us pasan cosas trascendentes, pero no deja de ocuparse de los pequeños detalles que hacen al mito Pearson: mientras, por ejemplo, muere un personaje en una circunstancia trágica, la serie también enfatiza momentos tiernos y amorosos pequeños pero significativos. 

Otro hallazgo, propio del género, es la sincronicidad que se da entre las distintas épocas planteadas, que acentúa los cambios generacionales: cómo las familias se constituyen de distintas maneras, aunque con una constante: el recuerdo de Jack en la memoria de quienes lo conocieron y los que no. 

La omnipresencia del patriarca, un hombre que parece no tener fisuras, y la búsqueda de la lágrima permanente son otras de las críticas que recibió This Is Us en una época en la que la televisión -sobre todo la estadounidense- se sofisticó a tal grado que, por momentos, roza lo experimental. 

Sin embargo, sobre el encuentro en ese paisaje televisivo con la pandemia sobre los hombros del mundo, el propio creador Dan Fogelman -en diálogo con The New York Times- lo interpretaba así: “Estoy a favor del arte oscuro y la televisión y el cine oscuros, pero hay un punto en el que la gente anhela un tipo diferente de emoción a las 8, 9 o 10 de la noche, y tal vez lo hemos aprovechado (...) Están buscando tomarse de la mano con un programa de televisión, y algo en el programa lo ha logrado”.

Así, la historia de cinco personas, con cuatro de ellas compartiendo el día de cumpleaños, y sus ramificaciones vinculares operó como un catalizador de las emociones que la pandemia infringió. Tal vez como catarsis: la emotividad es inevitable porque las tragedias abundan; y las tensiones vinculares se subrayan permanentemente diseñadas para la reflexión universal, sobre todo aquellas del arco de vínculos sexoafectivos. 

Dice la ya citada Bounanno: “La importancia de los hijos, sin señalar si son naturales, adoptados o confiados, para la fundación y la realización de una auténtica identidad y vida familiar plenas. Si la familia reside, en una doble acepción, en la casa y la casa, a su vez, no existe sin un niño, es evidente que una familia no es auténtica sin niños o hijos”. Y a medida que avanzan las temporadas de This Is Us vemos como este tópico se cumple a rajatabla cuando los Pearsons se reproducen, llegan las nuevas generaciones y también los problemas más contemporáneos, incluso, en la quinta, la pandemia del coronavirus, que nunca deja de hacer espejo con la infancia y adolescencia de Los Tres Grandes, porque en This Is Us la vida -o las vidas- son círculos que se espiralizan para conectar todos los puntos de la narrativa, y esa cohesión, sin dudas, alienta hasta al más duro de roer. 

 

Redacción Mayo · This is us: El melodrama del aislamiento por Julieta Fantini

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