LUCHAR SIEMPRE, DESISTIR JAMAS

Verde, amarillo y rojo

Como otras derechas del mundo, la de Brasil ganó la calle un primero de mayo en la pandemia. Por otro lado, Lula Da Silva evitó eventos masivos realizando un acto vía streaming.

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17-05-2021

Fotos Sub Cooperativa de Fotógrafos

“Antes, en el 1° de Mayo había banderas rojas como si fuéramos un país socialista. Estoy contento de ver banderas verdes y amarillas por todo el país, con gente trabajando de verdad”. Así aludía Jair Bolsonaro a las manifestaciones que se congregaron el primer sábado de este mes en distintas capitales estatales para darle apoyo a quien ya tiene denuncias en su contra por crímenes de Lesa Humanidad ante la Corte Penal Internacional de La Haya.

Bolsonaro deslizó su provocadora alegoría en una videoconferencia con sectores del campo, el mismo día en que sobrevoló en helicóptero la manifestación de sus partidarios en la emblemática Explanada de los Ministerios de Brasilia.

Sin la masividad que les adjudicaron el mandatario y el clan político familiar que integran también sus hijos, las manifestaciones fueron lo suficientemente visibles como para mostrar que, pese a encontrarse en el peor momento de la pandemia y frente a la mayor incertidumbre desde que arribó al Palacio del Planalto, el gobernante aún tiene un núcleo duro que lo avala.

Ese núcleo es el que gritaba que “autoriza” a Bolsonaro a exigir más poderes y a sacar a los militares a la calle para “defender la Constitución” e impedir que gobernadores o alcaldes veden a la gente ir y venir libremente a determinadas horas por razones sanitarias... Como otras derechas del mundo, la de Brasil ha ganado las calles en la pandemia, sin distanciamientos, ni barbijos ni protocolos y bajo consignas que abonan toda clase de teorías conspirativas. En la mítica playa carioca de Copacabana hubo quienes hasta pidieron una. intervención militar que dote de más poder al presidente.

Mientras, la oposición abroquelada en fuerzas de izquierda y con el Partido de los Trabajadores a la cabeza eligió evitar la propagación de contagios en eventos masivos y conmemoró el 1° de Mayo con discursos y actos vía streaming, en los que tuvo protagonismo clave el ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.

“No podemos perder la esperanza... Un pueblo sin esperanza está condenado a recibir migajas y a ser llevado como ganado al matadero”, expresó Lula en un mensaje donde arengó a los sectores más humildes, a los más pobres de Brasil. Sectores de donde Bolsonaro también recibió votos en el balotaje de 2018 frente al petista Fernando Haddad.

“El pueblo brasileño es más grande que esta gente que está destruyendo nuestro país... Ustedes no deberían estar pasando por tanto sufrimiento”, subrayó Lula en su alocución, que fue reproducida y colgada en los diferentes sitios y redes sociales, entre ellos Twitter. Allí, el usuario @LulaOficial expuso nuevas muestras de que está dispuesto a dar batalla en unas presidenciales por sexta vez en su vida (perdió tres y ganó dos), con casi 76 años y una energía intacta. “Luchar siempre, desistir jamás” parece ser lo que el ex presidente pernambucano ha fijado como lema. 

Las primeras mediciones de encuestadores le dan la razón al ex mandatario e inquietan al actual. Para octubre de 2022 falta demasiado, pero tener a Lula de contrincante, con su carisma y su resiliencia, con sus contactos y experiencia de ocho años como jefe de Estado no son buena noticia para quien quería acelerar en su carrera a la reelección. Una luz roja, con forma de estrella se ha interpuesto en el camino de Bolsonaro. ¿Lo detendrá?.

“La esperanza vence al miedo” fue el eslogan de aquella exitosa campaña de 2002 que, después de tres intentos fallidos, acabó con Lula instalado en el Palacio de La Alvorada y en el Planalto por ocho años. ¿Se repetirá 20 años después?.

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Redacción Mayo

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