ENTREVISTA: El mundo bajo fuego

“Es necesaria una nueva estructura de seguridad en Europa”

Juan José Vagni, doctor en Relaciones Internacionales, condena la invasión ordenada por Putin a Ucrania, pero aboga por la inclusión de Rusia en el rediseño de políticas que serán clave para el futuro y la paz en el Viejo Continente. Por Marcelo Taborda

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09-03-2022

“Creo que un primer posicionamiento ante la situación actual es la condena a la violación de las fronteras, a una invasión sobre un Estado soberano. Es una actuación de guerra sobre un territorio vecino y así como habitualmente condenamos otras intervenciones como la invasión en Irak o Afganistán de parte de Estados Unidos, en este caso hay que condenar claramente este hecho de guerra”. Así traza su primera reflexión sobre el conflicto que tiene en vilo a Europa y a buena parte del mundo Juan José Vagni, doctor en Relaciones Internacionales y director alterno del Doctorado en Estudios Internacionales del Centro de Estudios Avanzados (CEA), de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). 

 

- ¿Qué factores fueron determinantes para que escalara este conflicto y qué está en juego, tras la invasión de Rusia a Ucrania?

- Si tuviera que remitir a los factores históricos y contextuales uno tendría elementos de largo plazo, de corto plazo y más coyunturales. En líneas generales, si uno considerara que Vladimir Putin piensa de una manera racional, creo que lo que está en juego en este momento (si es que no se llega a una guerra mayor con otros actores), es definir con Rusia una nueva arquitectura de seguridad en Europa. Creo que esa es una deuda pendiente de una Otan que se fue expandiendo cada vez más cerca de las fronteras rusas, en cierto momento de debilidad de Moscú o tras la disolución de la Unión Soviética. Eso es lo que está en juego, lo dicen muchos expertos. Un ex ministro de la derecha del Partido Popular español, ex canciller de Mariano Rajoy, resaltaba la necesidad de una nueva arquitectura de seguridad y esa discusión es lo que se va a tener que definir a futuro, si es que no se llega a un enfrentamiento mayor.

 

- La expansión de la OTAN hacia el Este fue entonces un factor clave... 

- El problema creo es que la Otan se expandió a expensas de Rusia; es decir, sin o contra Rusia y no sumándola en el diálogo en ese proceso de avance y de incorporación de nuevos miembros a la Alianza. También hay que entender a la Otan con un fuerte predominio estadounidense y el papel de debilidad de la Unión Europea. Esto nos habla de una debilidad europea para poder actuar en política exterior, lo que es un problema estructural de la UE de larga data y que ha sido aprovechado desde hace mucho tiempo por el mismo Putin en otras circunstancias. Esta debilidad se da también ante su socio estadounidense en la Otan y ello hace que se generen intereses divergentes...

 

- También en esta guerra emergen factores culturales y religiosos que vinculan y/o separan a Ucrania y Rusia...

- Con respecto a esos factores en común, se puede decir que la de ambas naciones es una historia de encuentros y desencuentros desde hace siglos y hay que entender la voluntad y la identidad ucraniana como una voluntad también de construir un Estado nacional. Esto es lo llamativo del discurso paradójico de Putin, negando cualquier tipo de idea de nación y de identidad ucraniana particular... Lo que sí se ha visto es una recurrencia al uso del pasado. Esto es habitual en los sistemas políticos y en las guerras; la apelación a elementos del pasado para justificar tal o cual proceso de expansión, de proyección o de predominio sobre otro Estado. Y elementos del pasado hay muchísimos como para ser apoderados de ambas partes.

 

- ¿Por ejemplo?

- No sólo recordar la experiencia en común de la etapa soviética, con sus pros y contras, e incluso con el llamado Holocausto ucraniano, que marca toda una confrontación y una sensación constante de amenaza frente a Rusia. Al menos así se ve en el nacionalismo ucraniano, que tiene también, y hay que reconocerlo, sus vertientes radicales y hasta nazis. Es una historia de lazos en común, pero también de profundos enfrentamientos y desconfianza. Esos lazos en común tienen que ver muchas veces con lo religioso, con el origen de la cristianización en esta zona, la llamada Rus de Kiev y cómo también eso hace a la identidad rusa, o a esa identidad común. Pero también esta apelación de ese pasado, de esos valores religiosos, de esos momentos breves de unidad política hacen que sea peligroso utilizar en estos tiempos ese tipo de argumentos...

 

 - Si tuviera que caracterizar en pocas palabras a Vladimir Putin y Volodomir Zelensky, ¿qué rasgos, acciones o perfil elegirías?

- El perfil de Zelensky me resulta todavía un poco opaco como para poder definirlo claramente, y el de Putin uno lo puede intuir a través de personalidades que lo han conocido directamente. Por ejemplo, desde España, Javier Solana, ex secretario de la OTAN, afirma que el Putin que él ve hoy no es el Putin que conoció hace 30 años. Una de las definiciones que se atribuyen a Angela Merkel es la de que Putin es un líder del siglo 21, pero con métodos del siglo 19. También creo que este es un momento donde quizá la ausencia de una líder como Merkel, que hablaba ruso, que se entendía con él, se extraña. Ambos tenían quizá un mundo cultural en común y se podían entender; hoy carecemos de esos líderes. Ni Emmanuel Macron, ni ninguno de los que han desfilado vanamente en las últimas negociaciones, hablaban o entendían el mismo lenguaje...

 

- ¿Qué impacto puede tener esta guerra en el escenario geopolítico global?

- En cuanto a las derivaciones de la guerra, es muy apresurado hacer previsiones. Poner a los recursos nucleares en estado de alerta es una de las cuestiones más preocupantes. O la amenaza de Putin a Suecia y Finlandia frente a una eventual incorporación de esos países a la Otan. Estamos viendo una escalada que semanas atrás creíamos que era pura retórica bélica. Hoy nos encontramos con situaciones sobre el terreno que creíamos inimaginables a esta altura. Pero también esto prueba que las guerras no se acaban, que el fin de la historia como promovía Francis Fukuyama a principios de la década de los '90 no se ha dado y que el mundo tiene que seguir lidiando con este tipo de conflictos, lamentablemente... 

 

- ¿Qué opinas acerca del modo en que los medios reflejan la guerra?

- A mí lo que me llama la atención es que pasa lo mismo que cuando nos enfrentamos a una cobertura sobre países de Medio Oriente, de África o de otras regiones, donde se cae en explicaciones muy eurocéntricas, muy identitarias, culturalistas y muy chauvinistas también. Este tipo de lecturas me parece muy peligroso... 

 

- ¿Qué aspectos habría que considerar en la búsqueda de una solución a esta guerra?

- Creo que habría que revisar con mucha precisión los elementos históricos que unen y separan, pero también los cálculos estratégicos y la herencia de cuestiones no resueltas de la posguerra Fría, que tienen que ver sobre todo con lograr una arquitectura de seguridad en Europa hecha no contra Rusia, sino de alguna manera incluyéndola.

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Redacción Mayo

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