Infancias en peligro / La mirada de Pablo Tosco

“Educación y cultura son claves para sanar las heridas en busca de una reconciliación”

Con el foco puesto en el segmento más vulnerable ante conflictos y hambrunas, el documentalista y fotoperiodista cordobés afirma que niñas y niños “no dejan la guerra atrás, la llevan consigo”. Por Marcelo Taborda

pablo tosco
pablo tosco R Mayo
30-08-2022

Proyecciones recientes de organizaciones humanitarias advirtieron que la sequía extendida, la pandemia, los conflictos internos y la actual guerra en Ucrania, con sus consecuencias y “daños colaterales” en materia de costos y abastecimiento de alimentos y energía, son factores clave en la tragedia humanitaria que se lleva una vida cada 48 segundos en el África subsahariana.

El documentalista y fotoperiodista cordobés Pablo Tosco, radicado desde hace años en Cataluña y ganador en 2021 del prestigioso Premio World Press Photo por su trabajo realizado en Yemen ha estado frente a frente con su lente enfocado y su micrófono abierto a quienes casi nunca tienen espacio para contar su verdad o reflejar su dolor. Lo ha hecho muchas veces en países africanos devastados por diferentes tipos de violencia. También en guerras interminables de Medio Oriente, en conflictos de Asia o más recientemente en el conflicto que se libra en Ucrania.

Como en otras ocasiones, Redacción Mayo apeló a la mirada sensible y comprometida de Pablo para abordar la situación de las infancias atravesadas por esas tragedias. Sus reflexiones, como sus fotos y videos nos interpelan como parte de una Humanidad deshumanizada.

- Para Vos, que has puesto rostros y voces a esas tragedias, ¿qué significa que estadísticas terribles como las de África o Yemen se informen como “normales” o que casi nadie se conmueva por ellas? 

- Creo que las cifras y estadísticas de ciertas tragedias humanitarias describen una situación pero no la explican. Esos números dan cuenta de una tragedia pero no permiten señalar a los intereses y responsables que hay detrás del silenciamiento de crisis como la de Mali, Níger, Burkina Faso o Chad, entre tantas otras. Países que a partir de los `60 atravesaron procesos de descolonización que marcaron fronteras atentando contra la identidad, cultura y organización social, aumentaron las desigualdades y excluyeron a gran parte de la población. Casi ninguno de esos países están en el radar de los medios. Ese silenciamiento es producto de una decisión política. 

- ¿Cuál es el trasfondo de esa decisión?

- El Sahel es un territorio donde empresas europeas, estadounidenses, rusas y chinas se disputan la extracción de oro, uranio, agua o petróleo. El fracaso de proyectos de desarrollo y de lucha contra el yihadismo, como la operación Barkhane, del gobierno y ejército francés, ponen en evidencia la política extractivista, que despoja a las poblaciones de sus propios recursos y los beneficios que generan. Esta situación provoca aún más pobreza, desigualdad, conflictos intercomunitarios y guerras y, por consiguiente, desplazamiento forzoso en busca de refugio y una vida digna en países vecinos o Europa. Al mismo tiempo, la guerra de Ucrania y sus más de cinco millones de personas refugiadas mostró la cara más empática y solidaria de Europa, que recibió con los brazos y burocracias abiertos a estas personas, pero que tras esa política demuestra que existe una mirada clasista y racista, ya que no todos los solicitantes de asilo (no ucranianos) han tenido la misma oportunidad.

El Sahel: todas las crisis del hambre.
El Sahel: todas las crisis del hambre.

-En esa África subsahariana o el cuerno oriental del continente que has documentado una y otra vez, ¿cómo impacta la situación en las niñas y niños?

-Un informe de la Organización de Naciones Unidas, estima que más de siete millones de niños menores de cinco años sufrirán problemas de desnutrición y que 1,8 millones ya los padecen de forma grave. En comparación con 2021, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria en Mali, Mauritania y Níger ha aumentado un 41 por ciento, un 82 y un 91 por ciento, respectivamente. Los niños y niñas en estos contextos de crisis climática, desigualdad o conflictos armados son los más vulnerables. Amina me compartía en una entrevista realizada hace un meses atrás en Chad cómo la sequía había aniquilado a sus 40 chivos, que ya no tenía dinero, que había reducido de tres a una las comidas diarias, que ponía a hervir agua con algunas piedras para simular preparar la cena a sus hijxs y que se iban a dormir con el sonido del hierro y las rocas preparando nada. Dariya en Níger huyó de su hogar cuando grupos islamistas ocuparon su pueblo. Junto a sus cuatro hijos recorrió el desierto del este del país en busca de refugio en Chad, donde solo encontró más desierto. Tedje, una partera de Kiffa -en Mauritania- me comentó de otra tragedia invisibilizada: la mortalidad materno-infantil llega a cifras extremas, la salud de la mujer gestante está en riesgo por la mala alimentación y la falta de atención médica pre y post natal. Se registran 350 muertes materno-infantiles cada 100 mil nacimientos

Olvidos selectivos

- Una foto por la que fuiste premiado el año pasado alude a otra “guerra olvidada” como la de Yemen, donde las estadísticas de la ONU indican que en 2021 murieron a causa directa e indirecta del conflicto un chico o una chica de menos de cinco años cada nueve minutos… ¿qué viste en los ojos de niñas y niños de ese país arrasado?  

- En el macabro ranking de catástrofes humanitarias, Yemen lleva años ocupando el primer puesto. Esos listados del horror se apoyan sobre cifras aún más punzantes: más de 24 millones de personas (casi el 80 por ciento de la población del país) necesitan ayuda humanitaria urgente; una de cada dos personas está a un paso de la hambruna, más de la mitad de la población no tiene acceso a agua potable; el 50 por ciento de las infraestructuras sanitarias está dañado o destruido; al menos tres millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y dos millones de niños no van a la escuela…

foto de pablo tosco
Yemen: Hambre, otra herida de guerra . Pablo Tosco

- Pero esos números no parecen conmover a Occidente ni ocupan portadas de grandes medios…

- El conflicto de Yemen ha provocado la mayor crisis humanitaria de los últimos años. Una de las particularidades es que es un país del que no se puede huir tan fácilmente como Ucrania. Al norte se encuentra la frontera con uno de los actores agresores, Arabia Saudita; al este y al sur, el mar. Familias desesperadas huyen de la violencia y de la escasez sin la certeza de encontrar refugio y alimento. Los matrimonios forzosos de menores se han convertido en una manera de generar ingresos para las familias y garantizar la supervivencia de las niñas por sobre las múltiples opresiones a las que estarán expuestas una vez casadas.

- ¿Se puede pensar en un futuro de paz para niños y niñas inmersos en estas crisis, cuando desde que nacieron sólo se siembra guerra y destrucción en el lugar donde sobreviven?

- En medio de la guerra, entre las ruinas y los escombros siempre he encontrado un espacio de cuidado y protección de esas almitas. Son las escuelas. Docentes que se juegan la vida para buscar espacios seguros donde convocar a los niños y niñas para continuar su educación, o rehabilitar escuelas, o facilitar espacios virtuales para continuar educando y acompañando. La educación y la cultura son clave para poder pensar un futuro de conocimiento y respeto por la otra persona, para sanar las heridas en busca de una reconciliación.

Fuente: Pablo Tosco - Siria
Pablo Tosco

- ¿Qué viste en las semanas que pasaste en Ucrania? ¿Cómo son las caras infantiles de ese éxodo?

- El trauma de haber escuchado y visto cómo sus barrios se destruían, dejar a sus padres y hermanos mayores en el país y huir con una maleta arriesgando sus vidas bajo la artillería rusa es algo imposible de descifrar en esos ojos brillosos de cientos de niñas y niños que se encaraman en el ferry que cruza el Danubio desde Ucrania rumbo a Rumania. No dejan la guerra atrás, la llevan consigo.

- ¿En qué difiere esa huida y la oleada de migrantes que aparejó la invasión rusa, de aquellas que partían de Irak, Siria o Afganistán para intentar escapar de otras bombas e invasores?

- La diferencia radica en la decisión política de Europa de cumplir con el derecho internacional humanitario, segregar a las personas por su origen y seguir externalizando la gestión de las fronteras en manos de gobiernos que no garantizan los derechos humanos.

- ¿Por qué no se da a quienes quisieron saltar la valla de Melilla la misma solidaridad y acogida europea que la que tuvieron familias ucranianas?

- Por racismo. He tenido la oportunidad de estar en la frontera de Ucrania y Polonia, a donde llegaron huyendo de la guerra cientos de jóvenes de origen subsahariano. Provenían de Nigeria, de Senegal, y estudiaban en Jarkov, ciudad universitaria del noreste de Ucrania. Cuando comenzó la ofensiva rusa emprendieron la misma ruta que millones de familias ucranianas, solo que al llegar a la frontera fueron bloqueados y se les impidió entrar en territorio europeo en virtud del Acuerdo de Schengen.

Esta nota se enmarca en la Agenda Pública “Infancias Cuidadas”. 
 

Suscribite al newsletter

Redacción Mayo

* no spam