LA ARGENTINA CONTADA

“La palabra enérgica y dominante” de Virginia Bolten

La feminista fue directora del diario La Voz de la Mujer, destacada por su militancia anarquista y sindicalista se constituyó como una de las referentes de la lucha por los derechos de las mujeres en Argentina. En esta nota recorremos su historia y reivindicamos sus aportes a la construcción de una sociedad más justa. Por Osvaldo Aguirre

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virginia bolten-la argentina contada Redaccion mayo
21-04-2023

Investigaciones académicas, biografías, crónicas, largometrajes de ficción y documentales, una cátedra, un premio, un periódico y organizaciones de mujeres comparten el nombre de Virginia Bolten como referente. Los documentos históricos preservan huellas dispersas y fragmentarias de su militancia en el anarquismo y de su carácter de precursora del feminismo pero la imagen de una joven “de palabra enérgica y dominante que arrastra multitudes”, como la describió Juan Bialet Massé en su informe sobre los trabajadores argentinos de principios del siglo XX, persiste y se proyecta en los estudios de género y en la cultura contemporánea.

Bolten nació en San Luis en diciembre de 1876 y vivió su infancia y parte de la juventud en Rosario, “el cuartel general de la propaganda anarquista” hacia fines del siglo XIX, según la definición del militante socialista Adrián Patroni. Trabajadora del calzado, la referencia más antigua que se conserva de su militancia remite a marzo de 1900, cuando dio una conferencia sobre la necesidad de la unión y la solidaridad para conquistar los derechos de la mujer.

En ese acto Bolten habló “con la soltura de frase que la caracteriza”. El comentario del periódico La Protesta indica que ya era conocida como oradora de barricada y protagonista de movilizaciones. “Pero no estaba sola”, destaca la socióloga e investigadora del Conicet Laura Fernández Cordero: entre 1899 y 1900 formó parte del grupo anarquista Las Proletarias, con Teresa Marchisio y María Calvia y dirigió el periódico La Voz de la Mujer.

No se conserva ningún ejemplar del periódico, que con frecuencia se confunde con el que también se llamó La Voz de la Mujer, se publicó en la ciudad de Buenos Aires y fue reeditado por la Universidad Nacional de Quilmes (1997). La prensa de la época contiene referencias de al menos dos números, y el título de la publicación perdura como una clave de entonces y de ahora respecto de la desigualdad entre los géneros.

“La participación de las mujeres en política era menor a la de los hombres en ese momento -afirma Laura Fernández Cordero-. Pero también hay una mayor invisibilidad de las mujeres en la historiografía porque ellas no firmaban con sus nombres, escribían menos o estaban dedicadas a tareas menos visibles como justamente sostener la vida de los hombres que escribían y editaban periódicos. Muchas veces las mujeres aparecen como «la compañera de», sin nombre ni apellido. Tenemos a las más célebres, como Bolten o como Juana Rouco”.

Bolten surge en escenas impactantes que transcurren en calles de Rosario: el 1° mayo de 1900 rechaza la orden de la policía de arriar una bandera roja en la manifestación de ese día; en diciembre de ese año irrumpe en la procesión de la Virgen de la Roca y arroja piedras a la imagen mientras pronuncia vivas a la anarquía y a la revolución social; a fines del mismo mes, desafía al director del diario La República a un debate público sobre el anarquismo, al que el periodista denostaba, y confronta con él en la Casa del Pueblo.

El activismo de Bolten también evidenció las desigualdades entre hombres y mujeres en los propios movimientos de izquierda. “El anarquismo proclamaba en su ideario, fuertemente, el planteo de la emancipación de la mujer y de la libertad sexual. A diferencia del marxismo, lo ponía en el centro de la revolución. Pero las prácticas no dejaban de ser las propias de fines del siglo XIX y principios del XX, donde las mujeres tenían dificultades para habitar el espacio público o para manejar dinero propio”, explica Fernández Cordero, integrante del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (Cedinci) y autora, entre otros libros, de Amor y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual. En particular, “los compañeros de militancia compartían la teoría del amor libre, pero cuando se trataba de sus hermanas, de sus madres o de sus parejas les costaba aceptarlo”.

Celina Rodríguez Molina, integrante de la Cátedra Virginia Bolten de la Universidad Nacional de La Plata, destaca entre otros aspectos la movilidad y la entrega a la acción. Bolten dio conferencias en distintos puntos del país en nombre del Comité Federal de la Federación Obrera Argentina y con frecuencia enfrentó la hostilidad policial. “Se nos llama machonas -dijo, en un acto público-; muy bien, si no son capaces de luchar, les enseñaremos a ser hombres”.

El 24 de octubre de 1901, en Rosario habló en el acto de repudio al asesinato de Cosme Budislavich, el primer obrero muerto por la represión policial en la Argentina. “Es vergonzoso que haya tan pocas mujeres en esta manifestación. Tenemos miedo de venir por las calles mezcladas entre los hombres y no lo tenemos de entregarnos a ellos ni de perecer en el trabajo”, dijo en la ocasión. Estaba incluida en una lista de “anarquistas y agitadores” que vigilaba la policía y a fines de 1902, el año en que se dicta la ley de Residencia y la persecución política recrudece, se trasladó a Montevideo con su compañero Manuel Manrique, también trabajador del calzado, y sus hijos.

El feminismo, sin embargo, “estaba asociado a la búsqueda de los derechos políticos y al reclamo por el sufragio, intereses que no hacían a las trabajadoras anarquistas, porque eran formas de incorporarse al sistema que querían destruir”, aclara Fernández Cordero. “Ellas hablaban de una militancia general y social. Se resistían a llamarse feministas pero al mismo tiempo tenían una vocación de luchar por la emancipación de la mujer y por el amor libre de manera integral y eso hace que hoy las veamos como adelantadas a su época”.

Una figura múltiple

Bolten volvió al país y retomó las acciones de propaganda anarquista y las giras por las provincias de Buenos Aires y Santa Fe hasta que en 1905 fue expulsada y se radicó en Montevideo. En La Plata exalta “el rol de la mujer en la tarea de redención del género humano” en una conferencia sobre la emancipación de la mujer; en otro acto, en Zárate, se refiere a “la mujer proletaria esclava del hombre, esclava del esclavo mismo”; Juan Bialet Massé recorre el país como observador y registra su presencia en Informe sobre el estado de la clase obrera: “Hay en Rosario una joven puntana de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes, más enérgica que Luisa Michel (N. de R.: educadora anarquista francesa, figura del movimiento de la Comuna de París), tiene indudablemente mejores formas que ésta”.

En Uruguay mantiene su militancia, pero su exposición pública se vuelve menos frecuente. Colabora en periódicos, dirige La Nueva Senda, contra toda forma de explotación y tiranía (1909) y es oradora en mitines y concentraciones por el Día del Trabajo. “Es una parte de su trayectoria todavía no investigada a fondo”, dice Fernández Cordero.

Bolten falleció en Montevideo el 23 de julio de 1969. Su presencia actual se asocia con la efervescencia del feminismo y una relectura de las precursoras. “No se trata de buscar figuras sin matices ni fallas. Después de complejizar la situación de las mujeres en la historiografía podemos hacer otra cosa, incluso cuando no cumplen con el mito, cuando no están en la huelga en que esperamos que estén, cuando tienen limitaciones morales porque eran mujeres en un medio difícil”, agrega la investigadora. En ese sentido, “reconocer precursoras es reconocer que el feminismo no es una novedad y reconocer un feminismo anarquista que estaba por el cambio social general”.

Los estudios históricos tienen un punto de referencia en los trabajos de Fernández Cordero, Agustina Prieto y Pascual Muñoz y particularmente en el dossier  “Biografías Anarquistas Virginia Bolten” que prepararon para la revista Políticas de la memoria. Bolten se proyecta además sobre el trasfondo de las reivindicaciones actuales: “Fue una gran oradora, escribía artículos que planteaban las bases de aquel feminismo anarquista de principios del siglo XX, un feminismo que deploraba justamente a ese movimiento por burgués. Su figura resume muchas de las luego llamadas intersecciones o como retoma la filósofa Jules Falquet las imbricaciones de diferentes opresiones: las de clase, las de género y también las del heterocispatriarcado”, señala la periodista Sonia Tessa, de Las 12.

“Claro que Bolten no lo decía así -sigue Tessa-, pero el «sin marido» de sus discursos era una crítica al matrimonio como institución estructurante de lo que teóricas muy posteriores conceptualizaron como la heterosexualidad obligatoria. Tampoco fue la única en su momento, pero sí alguien que marca un camino de emancipación que tiene en su base la cuestión de clase”.

Celina Rodríguez Molina menciona “las ideas del concierto de voces y la práctica asamblearia” como parte del legado de Bolten: “necesitamos todas nuestras voces, todo se hace por medio de las asambleas, y eso da cuenta hoy, por ejemplo, de cómo funcionan los encuentros plurinacionales de mujeres y de disidencias sexuales”.

La Cátedra Virginia Bolten surgió en 2015 de integrantes de la Corriente Darío Santillán que cuestionaban la falta de propuestas feministas en la Universidad Nacional de La Plata. “Había una gran experiencia previa en cuanto a activismo, como la Colectiva Azucena Villaflor que se formó en 1988. Hoy tenemos una Multisectorial de Mujeres y Disidencias Sexuales”, señala Rodríguez Molina.

El lema actual es “más libre y menos cátedra”, en consonancia con lo que se proyecta desde la figura histórica. El nombre fue una propuesta de una militante de Hijos. “En principio no nos significaba nada -admite Rodríguez Molina-. Investigamos, estudiamos, nos formamos con Laura Fernández Cordero, Graciela Alonso y Mabel Bellucci y descubrimos un antecedente claro de las luchas de hoy. En ese camino de organizarnos, saber quién fue Virginia Bolten resultó fundamental”.

La cátedra se multiplica en publicaciones, conferencias, acciones de militancia, campañas de difusión, invitadas internacionales como Silvia Federici y Jules Falquet. En 2018 se publicó como parte de sus actividades el libro Movidas por el deseo, genealogías, recorridos y luchas en torno al 8M; en 2019 La revuelta continúa, en conmemoración de los cincuenta años de las protestas de Stonewall, hito en la historia de las diversidades sexuales; en 2022, Debates picantes de los feminismos populares. Bolten es una especie de contraseña de “los feminismos incómodos, inconvenientes y autónomos”, dice Rodríguez Molina.

El nombre es invocado por otra parte en un premio al periodismo con perspectiva de género que otorga el Concejo Deliberante de la ciudad de Santa Fe. Es también el título de un periódico sobre política, medio ambiente y géneros (http://virginiabolten.com.ar/). La historia, con licencias, llegó al cine con Ni Dios ni patrón ni marido (Laurá Mañá, 2010), a la televisión en el ciclo Testigo de una época (Mauricio Minotti, 2016) y al documental con Virginia (Daiana Rosenfeld, 2022).

Tenemos que recordar más a Virginia Bolten para recuperar las potencias revolucionarias de los movimientos feministas”, propone Sonia Tessa. “Escribió y actuó públicamente en un momento en que pocas mujeres lo hacía. Nos quedó su nombre y apellido y se convierte en símbolo de otras que no aparecen en la historia”, dice Fernández Cordero. La “palabra enérgica y dominante” de aquella militante, admirada y temida por los contemporáneos, recrea su potencia con nuevas interpretaciones.

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Redacción Mayo

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