Pasaporte Covid

Vacunados, la nueva ciudadanía

Hacia un mundo dividido entre vacunados y no vacunados. En un mundo globalizado esta enfermedad se propaga a través del aire. Nadie puede vivir sin respirar.

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07-05-2021

Ilustración por Chelo Candia

 

Frente al recrudecimiento de la pandemia y la amenaza de las nuevas cepas Covid-19, acceder a la vacuna representará mucho más que un resguardo para la salud personal. Europa acelera los pasos para implementar un Pasaporte Covid similar al que tiene Israel  y sueña Estados Unidos.  El privilegio de pertenecer.

La decisión de la Unión Europea de implantar a partir de junio un certificado inmunitario similar al Pasaporte Verde que ya rige en Israel o al carnet digital que también planean Oceanía y algunos estados norteamericanos, amenaza con dividir el mundo en dos, con personas facultadas a viajar, transitar, trabajar, comerciar y disfrutar de eventos públicos por haber sido vacunadas, y las que no. Así las cosas, frente al recrudecimiento de la pandemia y la aparición de nuevas cepas,  poder acceder a una vacuna anti Covid-19 representará mucho más que un resguardo para la salud personal. 

Concebido para facilitar el desplazamiento seguro de los europeos en el continente y, con ello, recuperar cierta normalidad en el turismo y demás actividades que fueron arrasadas por la pandemia, el certificado plantea no pocos interrogantes ético-jurídicos en un mundo donde las campañas de vacunación avanzan a ritmo desigual entre países ricos y pobres, o entre los que lograron o no negociar con éxito la compra de un bien tan preciado como escaso. 

Según el Rastreador de Vacunas de la compañía norteamericana Bloomberg, los 27 países más ricos del planeta, que concentran al 11% de la población, llevan administradas el 40% de las vacunas producidas. El mencionado Rastreador, una suerte de monitor que va auscultado en tiempo real la marcha de la vacunación, enrostra la inequidad en el acceso y la dispar distribución del único bien capaz de revertir esta pandemia. En los países de mayores ingresos la gente se vacuna a un ritmo 25 veces más rápido que en los más postergados. Nada nuevo bajo el sol.

 

Permítame su documento, por favor

En febrero la Comisión Europea recibió la primera propuesta formal del Pasaporte Verde Digital (Digital Green Pass) que fue analizada en marzo por los 27 estados miembros. El 14 de abril, la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, celebró en su cuenta de Twitter el orgullo haber alcanzado los 100 millones de vacunados en Europa: “Estamos más cerca de llegar a nuestra meta, de tener el Green Pass en junio, para que los europeos puedan viajar seguros”, tuiteó. Se conoció que en el documento constará el certificado de vacunación de la persona, la prueba negativa de antígenos si no lo hizo y/o el test que certifique su recuperación en caso de haber transitado el virus. El debate en torno a las garantías individuales y la protección de datos personales todavía está abierto.

En Israel, que tras el acuerdo por 10 millones de dosis con el laboratorio Pfizer tiene la tasa de vacunación más alta del planeta, ya rige el Pasaporte Verde, certificado que sólo se obtiene después de la inmunización y habilita a su portador para ingresar a espectáculos, hoteles, sinagogas, gimnasios y museos.

Estados Unidos también estudia la idea de un pase sanitario, con el asesoramiento de la compañía IBM. Los críticos del proyecto alegan que el carnet -en formato físico o digital- podría violar la libertad de tránsito. Descuentan que una vez que se carguen los datos vacunatorios se usará también para llevar y traer más información.

 En abril, de alguna manera Argentina también avanzó en la implementación de su Pasaporte Covid al haber incorporado en la aplicación Mi Argentina la credencial digital que demuestra que ha sido vacunada. Con ello, ante quien corresponda, podrá atestiguar que su riesgo de contagio de Covid o de cursar complicaciones severas ha disminuido sensiblemente. La aplicación, que usan siete millones de personas, es un perfil digital al que también se puede vincular el DNI, el registro de conducir, la cédula verde y otras condiciones.

Fernando Pizzicari, profesor de Derecho Constitucional (UNC, UBP) entiende que los Pasaportes Covid ayudan a los estados a proteger sus sistemas sanitarios para evitar el colapso y no encuentra que representen una violación de los derechos personales, si bien entiende que en el caso europeo habrá que amalgamar las exigencias de cada nación sobre el uso de esos datos. La dispar e inequitativa distribución de la vacuna generará, allá o acá, una nueva “grieta” entre las personas vacunadas y las no vacunadas, pero insistió en el concepto de la responsabilidad social individual que atañe a unos y otros. 

 

Un “apartheid” sanitario

Para el periodista politólogo y analista internacional Claudio Fantini, con los pasaportes Covid el mundo corre el riesgo de encaminarse hacia un sistema de segregación sanitaria similar al que en Sudáfrica impedía el contacto entre blancos y afrodescendientes. “Podrían estar señalando un mundo enfilado hacia un 'apartheid sanitario', por el cual en ciertas partes del planeta podrían estar y moverse los no vacunados, y en otras partes del planeta podrían estar y moverse aquellos que hayan tenido el privilegio de acceder a las vacunas y, por ende, a la inmunidad”, manifestó.

¿Tener un carnet de esos será como una ciudadanía VIP? “La salud, o al menos la inmunidad con respecto al Covid, pasaría a ser un privilegio de una casta dominante, que es la de los habitantes de las potencias más desarrolladas y los países que tienen dinero para acceder a la vacuna y  las castas privilegiadas en los países más pobres, donde mucha gente va a quedar sin vacunar”, declaró.

Para Fantini, el “apartheid” (separar, en afrikáans) que insinúan los pasaportes sanitarios se podría haber evitado si desde un principio se hubiera encarado una campaña de vacunación global. “Cabía de esperar que irrumpiera lo mejor de la condición humana a través de la ciencia, que creo que de alguna manera lo hizo, pero también de la política. Pero no lo entendieron así las superpotencias y primó el sálvese quien pueda”, dijo, aludiendo a estas soluciones que toman a las personas como ciudadanos de una nación y no como pertenecientes a una especie que sufre un flagelo sin precedentes. En un mundo globalizado esta enfermedad se propaga a través del aire. Nadie puede vivir sin respirar.

 

INEQUIDAD EN LA VACUNACIÓN, GRAFICO (Bloomberg)

 

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Redacción Mayo

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